III TRAIL Y
CAMINATA SOLIDARIA DE MADRIDEJOS.
COMO DOS
MADRIDEJENSES MAS.
¿Y porque nos fuimos a Madridejos
precisamente?, pues porque allí se celebraba el III Trail y caminata solidaria
de Madridejos, prueba que está muy directamente relacionada con el personal que
forma parte del dispositivo de protección contra incendios forestales de la
Comunidad de Castilla La Mancha. La verdad es que se trata de una prueba muy
entrañable y con muy buen ambiente. En este servicio tenemos familia y buenos
amigos y además durante un tiempo también formé parte de él. El caso es que nos
gusta ir y de momento no nos hemos perdido ninguna de las tres ediciones. Tiene
además la particularidad de que cada año se celebra en una provincia diferente
de la Comunidad. Comenzó en el 2016 en Marques del Viso (Ciudad Real), continuó
en el 2017 en Uña (Cuenca) y este año tocaba Madridejos (Toledo). Y para el
2019, ya está confirmado que se celebrará en Guadalajara, con lo que ya os
informaremos en su momento.
Viaje cómodo, cercano y en buena
compañía. Con Raúl, amigo y compañero de trabajo y David, hermano y cuñado, y
con la intención, como siempre, de que "se nos pegue algo". La prueba
empezaba a las 11:30 con lo que tampoco fue preciso el madrugón. Llegamos con
tiempo de sobra recogimos el dorsal y una generosa bolsa del corredor,
saludamos a los conocidos y nos planteamos la estrategia de carrera. El
recorrido casi era un desconocido para nosotros y casi hasta para los
organizadores, porque al parecer tuvieron que hacer alguna modificación de
última hora a causa de una montería…en fin … ”con la iglesia hemos topado”.
Pero la estrategia fue un trámite sencillo y corto, porque solo había una
posible, ir los dos juntos y mi labor sería la de intentar echarle una mano a
Angela con el ritmo de carrera. Vamos, lo que popularmente y en el argot
atlético se suele denominar “hacer de liebre”. Por cierto, mi debut como
“liebre”.
Llegada la hora prevista, se dio
la salida y comenzó la historia de nuestra carrera. No llevábamos muchos metros
cuando llegó el primer obstáculo duro, todo un aviso para navegantes. Tras un
giro a derechas nos enfrentamos a la dura pendiente del primer cortafuegos del
día. La subimos con tiento, sin prisa pero sin pausa, paso a paso, step by step,
despacito y con buena letra. Coronamos y a continuación un tramo corto
llaneando y llega la primera bajada del recorrido; también corta, pero donde me
doy cuenta de que mi compañera de fatigas no corta el mar sino vuela bajando.
Quizás ha tenido buena profesora o ha sido alumna aventajada o a lo mejor las
dos cosas. Pero este tramo solo fue un breve respiro, porque el trazado nos
deparará varios kilómetros de constante subida por más cortafuegos. Buenas
vistas, pero subidas interminables. Tras una cuesta, le seguía otra más dura, y
a esta una tercera mayor que nos da paso a su vez a la cuarta y así hasta el
infinito y más allá. O eso nos pareció a nosotros. Al final, los primeros seis kilómetros,
salvo ese pequeño oasis antes relatado, fue un constante y continuo ascenso
salvando al final holgadamente los 400 metros + de desnivel. Pero todo comienzo
tiene su final y la pendiente positiva terminó y dio paso a la negativa. Y si
la positiva la sufrimos, la negativa ¡como la disfrutamos! Fueron dos los
descensos especialmente pronunciados los que quedarán como nuestro mejor
recuerdo de la carrera. En ellos nos lanzamos en tropel, a tumba abierta, a
mansalva, a degüello, como una marabunta, a cobrarnos víctimas, a rebanar
cabezas, a recuperar puestos que algun@s ya daban por conquistados y, para que
engañarnos, a poner nuestros privilegiados físicos en peligro. Yo bajé a
muerte, mirando de vez en cuando de reojo para ver si mí pupila se quedaba
atrás, pero nada más lejos de la realidad; ahí la tenía, a rebufo, chupando rueda, o quizás mejor zapatilla. Pero no se
conformó solo con eso y en el último tramo bajamos a la par, casi de la mano,
casi un face to face, casi un pasa tú primero, que a mí me da la risa. Nuestros
rivales se apartaban entre una mezcla de asombro y admiración, de hecho, me
pareció ver a unos quince o veinte ovacionando y a otros aproximadamente
treinta haciendo la ola. Creo que en algún momento el disfrute de ambos fue tal
que incluso nos brotaron carcajadas a todo lo que nos daba tanto la parte anterior
del maxilar superior como la parte posterior del maxilar inferior, que no
paraba de subir y bajar frenéticamente. A mandíbula batiente en resumen.
Pero nuevamente todo llega a su
fin. Brusco giro a la izquierda y fin del espectáculo del descenso. Ahora
pasamos a un falso llano con ligeras subidas y bajadas, esos tramos donde lo
que te apetece es correr y darlo todo, echar el resto, sudar la gota gorda, ir
a por todas, no dejar nada para mañana. Y a ello nos pusimos, yo delante y ella
detrás, a mi vera, como mi sombra; éramos dos en uno, como Ramón y Cajal, como
Gabriel y Galán, como Ortega y Gasset, como Menéndez y Pelayo. Cogiendo ritmo,
cogiendo frecuencia, mirándola de reojo y sintiendo su respiración, ahora ya
más agitada. Los metros volaban uno tras otro, igual que las decenas de metros,
y que los cientos de metros e incluso algún que otro millar de metros. Pero los
relojes indicaban peligrosamente que nos acercábamos al kilómetro 10 y no había
ni rastro de meta. Es una trampa compañera. El viejo truco de decir que son 10
y te meten doblado otro más cuando ni te lo esperas, ni querrías esperarlo, ni
es bienvenido. Pero esto es “asín”, o sea que no queda otra que apretar los
dientes y el culo, atarse los machos, hacer de tripas corazón y seguir. Y
seguimos, claro que seguimos, quizás con un ritmo no tan alegre, pero seguimos.
¿Qué la meta estaba un poco más lejos?, da lo mismo, llegará, por más lejos que
esté llegará y llegaremos a ella. Y por supuesto que llegó, a los postres del
kilómetro 11, pero llegó. Y llegamos claro, y la cruzamos juntos. Contentos y
satisfechos por hacerlo juntos y sobre todo contentos y satisfechos por hacer
algo que nos apasiona, correr.
Y además con premio y sorpresa
final. La primera medalla para Ángela como villana. Cuarto puesto de su
categoría y por tanto una muy merecida “medalla de chocolate”. La más deseada,
la más rica, la más sabrosa, la más suculenta y la más apetitosa. Eso sí,
chocolate 70% cacao y 30% azúcar, duro, consistente y amargo, un poquito más
amargo que dulce; con esa mezcla que lo hace tan absolutamente irresistible.
Crónica dedicada a Ángela. Correr
es hoy mi pasión porque ayer ella me animó y alentó a probarlo. Gracias
infinitas.
191 llegados a la meta.
Nombre | Puesto | Categoría | Pos.Cat | Tiempo Neto |
---|---|---|---|---|
Angela Alonso Alonso | 110 | VetA_F | 4 | 1:23:04 |
Miguel Angel Rozas Rodríguez | 111 | VetB_M | 20 | 1:23:04 |
3 comentarios:
Que bueno!!!! Me alegra ver cómo compartis algo tan bonito como es la montaña. Ten cuidado Ángela que te buscan un lío por menos de nada ;D
Buscalios Strikes Back
Que gran acierto el haberte "admitido" en este club. Fuerzas renovadas, ilusión y un aporte de relatos y crónicas impagable. Palabra de bloguero.
Y encima en la "mochila" te has traido a Angela.
Me encanta.
ENHORABUENA A LOS DOS.
Muy bonita!
Enhorabuena a los dos!
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