AMANECE EN LOS GALAYOS, QUE NO ES POCO (PARTE II)


    AMANECE EN LOS GALAYOS, QUE NO ES POCO (PARTE II) 



Por Miguel  Angel Rozas Rodriguez

“Amanece que no es poco" es una película española del año 1989. Para mí no es una película cualquiera, se trata de una obra irrepetible, inclasificable y excepcional; que solo puede ser fruto de la mente de un genio o quizás de un genio en estado de gracia. Para muchos es la obra maestra y cumbre del humor surrealista y del absurdo; pero yo creo que incluso es capaz de darle una vuelta de tuerca más a esos conceptos e ir un poco más allá y crear algo nuevo. Si tuviera que quedarme con una sola cosa de esta película sería muy difícil elegir teniendo en cuenta el increíble reparto coral que tiene, los maravillosos y variopintos personajes creados o la desternillante sucesión de situaciones extravagantes; pero si tuviera que elegir me quedaría con sus frases y diálogos, algunos ya míticos. Muchas gracias D. JOSÉ LUIS CUERDA. 



La conexión entre esta película y mi historia en Los Galayos la vi muy clara desde el principio. "Surrealista y absurdo" o "absurdo y surrealista", esos serían los calificativos que yo habría usado si alguien, no hace mucho tiempo, me hubiera dicho que el 22 de septiembre del 2018 yo iba a completar mi primera maratón de montaña. Aquí comienza la historia más grande jamás contada de mi corta trayectoria como corredor y cronista; perdón, como humilde y modesto corredor y cronista. Y para que no sea una historia cualquiera y para darle un toque, quizás un poco surrealista y absurdo, he decidido aliñar y aderezar mi historia con algunas de las más celebres frases y diálogos de “Amanece que no es poco”. Al lío. 



OJO CON LOS SPOILER: El resto de la crónica puede desvelar partes de la trama 





En realidad, a mí no me preocupaba un amanecer sólo, sino dos; el del día de la carrera y el del día después. Bueno en realidad lo que me preocupaba es que en ninguno de esos dos días el amanecer fuera al revés. 


* ¿Qué hora tienes?
* Las 07:15
* Qué raro, yo diría que en este tiempo amanece a la 07:00
* ¡Coño padre, mire, mire; que nos está amaneciendo al contrario!
* ¡Yo no aguanto este sin Dios, no señor! 





EL AMANECER DEL DÍA DE LA CARRERA 


Antes del primer amanecer tenemos la tarde del viernes con imprescindibles y habituales preliminares; viaje con Ángela, Nati, Jose y David hasta Arenas de San Pedro, recogida de las llaves del alojamiento, recogida de dorsal, encuentro y cena con
el resto de villan@s y acompañantes y temprana retirada a nuestros aposentos porque el día siguiente prometía emociones fuertes. 





Me levanto antes de que suene el despertador, sin dormir mucho, pero descansando. Me asomo por la ventana y aún reina la más absoluta oscuridad. Todavía estamos a tiempo de que amanezca al contrario. Desayunamos los tres maratonianos, cogemos los bártulos y a eso de las 7:15 ya estamos en la zona de salida. Nos reunimos con Javi, fotos de rigor, nervios de rigor, música de rigor, inspección del material sin rigor y charla del organizador de rigor. 


* ¡De orden del señor cura, se hace saber que Dios es uno y trinooooo! 




La verdad que esos momentos previos fueron muy especiales para mí. De repente el tiempo ha pasado y estás ahí, en la salida. Ya no quedan meses, ni semanas, ni días, ni horas, ni siquiera minutos; apenas un puñado de segundos y todo habrá empezado. Estás a punto de partir hacia lo desconocido y de explorar límites hasta ahora impensables, inexplorados y lejanos. Quizás te sientes un poco pequeño, un poco insignificante, o como dice un buen amigo, una brizna en el monzón. 


* ¡Qué lástima! Yo no puedo contestarles. Yo soy un hombre muy primario. Estoy sujeto terriblemente a las pasiones. No pienso casi. Cualquier cosa que les dijese sería una tontería


Suenan las fanfarrias del castillo de arenas de San Pedro y aquello comienza. Una buena noticia, el sol ya asoma y lo hace por donde debe; una preocupación menos. Salida en tropel. Jose y Javi salen como alma que lleva el diablo, nunca creí en lo del famoso “trenecito” y aquello me despeja las dudas, pero tenía un as en la manga, en realidad yo si tenía un billete para un tren y estaba próximo a llegar. David y yo comenzamos juntos la aventura de nuestro primer maratón, pero soy consciente de que mi compañero va sobrado con ese ritmo y que su nivel es otro. Aguantamos juntos un par de kilómetros, llega una cuesta dura y me paro para que el continúe y escriba su propia historia, la de su primer maratón de montaña. Cada loco con su tema compañero. Suerte. Además, he oído un sonido familiar, un pitido inconfundible, mi tren acaba de llegar y con él su vagón de cola. Ese es mi sitio, ese es mi lugar y ahí se escribirá mi historia. ¿Vergüenza?, ninguna. ¿Rubor?, menos todavía. 


* Yo podía haber sido una leyenda... O una epopeya si nos juntamos varios... 


Pero eso sí, mi billete es “VIP” y con “todo incluido”. Puedes parar y echar a andar las veces que quieras, te puedes parar en todas las fuentes que te encuentres, puedes hacer todas las fotos que desees, puedes disfrutar de las vistas y los paisajes sin
problema, puedes disfrutar de los avituallamientos que para eso están, … Aunque la final, al ver la clasificación, creo que con las prisas me debí de equivocar de vagón, porque el de cola exactamente, creo que no era el que cogí. 





Van pasando los kilómetros y llega la primera bajada técnica que nos lleva casi directos al primer avituallamiento del kilómetro 7. Al acercarme a la mesa me cruzo con Jose, me dice que se ha tomado un par de cervezas fresquitas y una ración de torreznos y que continúa su marcha. Nos damos un par de puñetazos en el pecho de despedida. Ya no lo veré más hasta la meta, aunque creo que siempre estuvimos cerca sin saberlo. Parada breve, me tomo lo mismo que él y sigo porque queda mucho por delante aún. Desenfundo mis bastones y a partir de aquí y durante unas cuantas horas serán una extensión de mis brazos. Van pasando los kilómetros rumbo al temido avituallamiento del kilómetro 14, temido porque a partir de ahí empezará lo bueno. Avanzas, sigues subiendo sin parar, corres, andas, bebes, tomas sales y te alimentas un poco, importante no deshidratarse. De vez en cuando te acuerdas de desviar la mirada y disfrutar del increíble entorno que te rodea. Y también intentas distraerte sumergiéndote un poco en tus pensamientos, sobre todo en cosas trascendentales y de suma importancia. 


1) “El rizoma de los replantaos es como el del lirio común...”
2) “¿Tú crees que los conocimientos que adquiramos ahora en la escuela serán de rango inferior a los bienes espirituales que nos han sido dados en la misa?” 3) “... y luego está el tema del libre albedrío, que es un tema muy bonito.”
4) “Yo he pensado que también me interesaría ser intelectual, como no tengo nada que perder.” 





Y finalmente tras un duro repecho alcanzo el avituallamiento del kilómetro 14. Me bajo del vagón, hay mucha gente, me hago un hueco entre el gentío de maratonianos y me dirijo a la zona de billetes VIP, me siento en una mesa libre del fondo con vistas estupendas. Miro la carta y no me lo pienso mucho, jarra de sangría y ración de callos. El servicio es estupendo y rápido. Apuro la jarra, dejo el plato limpio y emprendo la marcha de nuevo. Ante mí lo más duro de la carrera, los próximos 15 kilómetros hasta el tercer y último avituallamiento. Pero no hay tiempo para pensar en los kilómetros que vendrán, vivamos el kilómetro presente. La pendiente se acentúa y el paisaje va cambiando. Estamos subiendo muchos metros, los árboles van desapareciendo y por tanto la sombra también, solo matorral bajo y roca, mucha roca. Levanto la cabeza miro al frente y veo una hilera interminable de corredores. Una serpiente multicolor, una línea casi infinita, una fila india; quizás acaba de tocar el timbre y nos dirigimos todos a nuestra aula. 




* “Examen. Tomad nota de las preguntas. Las ingles: su importancia geográfica. ¿Son verdad las ingles? Historia de las ingles. Las ingles en la antigüedad. Las ingles de los americanos. ¿Cómo hay que tocar las ingles? El ruido de las ingles. Las ingles más famosas. Las ingles y la literatura. Un kilo de ingles. Las ingles de los niños. Las ingles y la cabeza: relación si la hubiera. Las ingles en Andalucía y el clavel. Teoría general del Estado y las ingles. Las ingles negras. ¿Hay una ingle o hay muchas ingles? Las ingles de los actores. La ingle y Dios. No ha nacido todavía la ingle que me domine. Las ingles descabaladas: su porqué. Las ingles putas. Dibujo a mano de las ingles. ¿Es carne la ingle? El jaque a la ingle. ¿Satisface hoy en día una ingle? ¿Quéingle? Contestad a las preguntas". 



Kilómetro 18, quizás el peor momento del día. Parece ser que una fuerte tormenta eléctrica de hace unos días se cobró dos vidas. El destino les jugó una mala pasada y dos vacas yacen muertas junto a la senda. El hedor es insoportable, la pendiente es dura, pero sacas fuerzas de algún sitio para echar a correr y buscar aire fresco y limpio y alejarte de aquello. Más y más kilómetros de subida, comienza a hacerse eterna e interminable. Cada vez más roca y más granito. A veces pasas junto a moles impresionantes que te estremecen y te hacen sentir increíblemente pequeño ante la grandiosidad de la naturaleza. 





Por un momento parece que has coronado, que se ha terminado la subida y que estás cresteando en busca del añorado descenso y te animas y te vienes arriba y piensas que lo peor ha pasado y lo compartes con los compañeros que coinciden contigo en ese momento de la carrera. Como el perfil es algo más favorable incluso echas a correr esperando llegar en cualquier momento a un punto en el que el descenso se haga palpable y evidente. Pero no llega y no sabes que pensar y de repente levantas la vista y a lo lejos vuelves a ver otra hilera interminable de corredores, otra serpiente multicolor, otra maldita fila india y lo peor de todo es que están ascendiendo de nuevo; solo ha sido jugarreta del destino o quizás de desgraciado que diseño el recorrido. La mente se te queda el blanco, pocas cosas te vienen a la cabeza. 


* Pues … yo creo que me voy a sacar la chorra. 


Pero no desespero, la cabeza fue una de mis mejores aliadas en esta aventura. Hay que seguir, no queda más remedio y yo me siento bien. Estar aquí fue decisión mía, yo quise hacerlo y me preparé para ello. Pues entonces vamos a disfrutarlo.
Hay una circunstancia que suele repetirse en las pruebas de montaña y son esos momentos en los que no sabes muy bien porqué, pero de repente te encuentras absolutamente solo, sin nadie a muchos metros, quizás algunos cientos, ni por delante ni por detrás. Es sumamente curioso. 





* Hijo, en este pueblo no hay ni dios, o son todos unos hijos de puta. O son unos hijos de puta que se hacen pasar por fantasmas. 


Pero al final todo llega, por mucho que se haga esperar todo llega. El ascenso termina, no pasamos por La Mira y nos dirigen hacia Los Galayos para empezar el descenso. Por fin el descenso, piensas. Ya era hora. Pero de repente el suelo se termina bajo tus pies, desaparece y te asomas a un abismo, no es una bajada, es un abismo. Y solo ves una cosa, rocas, rocas de todos los tamaños inimaginables colocadas sin orden ni concierto. Buscas con la mirada una senda, un camino o al menos un indicio de alguno de ellos, y no logras verlo, porque no existe. No hay más remedio que bajar a lo loco. Quizás sea el momento de rezar o de encomendarse a alguien por si acaso. 


* Calabaza, se acaba un nuevo día y, como todas las tardes, quiero despedirme de ti. Quiero despedirme y darte las gracias una vez más por seguir aquí con nosotros. Tú, que podías estar en la mesa de los ricos y de los poderosos, has elegido el humilde bancal de un pobre viejo para dar ejemplo al mundo. Yo no puedo olvidar que en los momentos más difíciles de mi vida, cuando mi hermana se quedó preñada del negro, o cuando me caparon el hurón a mala leche, sólo tú prestabas oídos a mis quejas e iluminabas mi camino. Calabaza, yo te llevo en el corazón… 





Cuentas hasta diez, te relajas, te quitas el chaleco, enfundas los bastones y comienzas a bajar, o a saltar, o a brincar, o a botar, o quizás rebotar; lo que quiera que fuera, pero vas descendiendo hacia tu próximo objetivo, el refugio Victory. No sé el tiempo que me llevó, pero finalmente lo alcancé, con las piernas maltrechas, pero lo alcancé. Quizás a partir de ahora sea más llevadero piensas, intentando animarte un poco, y te diriges hacia las famosas zetas de la bajada de Los Galayos. 


* ¿Por qué anda usted en zigzag, señor Nge?
* Porque así se tarda más en hacer el recorrido y se piensa mejor adónde va uno, hijo. 






Esta parte del descenso de Galayos es espectacular, dura y difícil, pero espectacular. Lo bueno de ir en el vagón de cola es que la puedes hacer con tiento, sin prisa, pero sin calma y disfrutándola. En alguna ocasión levantas la vista hacia los colosos que te quedan a la izquierda y alucinas con su grandiosidad. Si te fijas mucho mucho, puedes ver unas diminutas figuras que están retando a los colosos e intentan alcanzar su cima. Verles resulta complicado, pero oír sus voces y sus gritos es fácil y una constante durante toda la bajada. 





Curvas y más curvas, revueltas y más revueltas, zetas y más zetas. Pero de nuevo y una vez más, todo llega a su fin. Prácticamente en una de sus últimas curvas te encuentras con un manantial. No hay nadie y aprovechas para beber. Te sabe a gloria, a una mezcla entre agua, azucarillos y aguardiente. La verdad que no tienes el cuerpo para un chotis y menos para zarzuelas, pero te sabe a gloria. A partir de aquí casi una recta infinita te lleva finalmente al avituallamiento del kilómetro 29. Y se te cambia la cara, sonríes y disfrutas del momento, sabes que lo peor ya está atrás y que la META, ahora sí, está un poco más cerca. 



* -¡Se me está muriendo divinamente, te lo juro! Tenía ganas de que vinieras para poder decírtelo. Puedes estar orgulloso, ¡de verdad!, de los años que llevo de médico nunca había visto a nadie morirse tan bien como se está muriendo tu padre. Qué irse, qué apagarse, con qué parsimonia. Estoy disfrutando que no te lo puedes ni imaginar...
* -¿Y él sufre?
* -A la fuerza, seguro que sí, ¿no ves que se le está yendo la vida? 


Me bajo de nuevo del vagón de cola y me dirijo a la zona VIP del avituallamiento, enseño mi billete y me siento en la mejor mesa. Veo la carta, pero la elección es fácil, una botella de un buen vino tinto y un buen chuletón de la zona, que me lo he ganado. Y de postre, unas yemas de Santa Teresa por supuesto. Una vez que termino con todas las viandas reinicio la marcha. Y tras un par de kilómetros que te dan un poco de tregua tras las muchas horas de ascenso y descenso, parece que ocurre un milagro. 


* … bueno, pues a los diez minutos que me iba yo a levantar a hacer pis, se ha puesto a parir como una coneja y ha soltado dos críos. ¡Mellizos!
* ¿Estaba preñada?
* ¡Qué coño va estar preñada! ¡Los ha tenido de mí, de mí! ¡A los diez minutos! ¡Mellizos! 


Ante mis ojos aparece una pequeña carretera asfaltada, con ligera pendiente favorable y por fin con sombra. Una vez que me cercioro que no es un espejismo me lanzo a tumba abierta a todo lo que me dan las piernas. Si yo estaba alucinando, supongo que mi reloj más, cuando en la pantalla empiezan a aparecer los cuatro minutos largos y cinco cortos durante varios kilómetros por primera vez en todo el día. Disfruto esos kilómetros todo lo que puedo, pero sin hacerme muchas ilusiones y siendo consciente que seguramente no todo el monte será orégano. Y efectivamente pasados esos cuatro o cinco kilómetros lo que era evidente que iba a pasar, pues pasa. Evidente.


* Tú no eres negro, tu eres minoría étnica.
* -Sí, minoría étnica, pero negro como un tizón. 


Nos adentramos de nuevo por un camino, unos toboganes al principio y finalmente lo esperado, repechos. En otras circunstancias no demasiado duros, pero después de la dura y larga jornada que llevamos, te parecen insalvables. No lo puedes evitar y empiezas a soltar improperios, para tus adentros, pero los sueltas y te desahogas. 


* Me cago en todos tus muertos, Tirso... me cago en todos tus muertos uno a uno... la tabarra que me estás dando, ¡Virgen Santísima! ¿pero yo que te hecho a ti? ¡Vamos a ver! 


Son varios repechos y además a pleno sol, para que todo fuera completo se acabó la sombra también. Prácticamente me rompen las piernas, lo poco que me quedaba de ellas, pero en esos momentos me concentro al máximo y sigo, como puedo, pero sigo; andando o al trote, pero sin parar ni un momento. Los kilómetros van cayendo lentos, pero van cayendo. Súbitamente al fondo se vislumbra algo que parecen unas naves industriales. ¿Un polígono industrial? ¿Será ya Arenas? Esas inquietudes te animan y cuando finalmente alcanzas las naves y giras a la izquierda, ves como claramente por encima de los edificios se ve el castillo de Arenas de San Pedro …, pufff…, difícil de explicar las sensaciones. Echas a correr como un poseso con lo que te queda, cruzas un pequeño puente, la gente que te cruzas te anima, los niños te chocan la mano, el castillo está en esa misma calle, cada vez más cerca, ya no es que lo veas es que lo tocas, último giro a la derecha y … por fin, 7 horas y 20 minutos después te encuentras cara a cara con la META. 





Antes de traspasarla tus compañeros, David, Javi, Nati y Sonia, te jalean y te aplauden. Y llega el momento de cruzar la línea, y eso no soy capaz de explicarlo, no he encontrado aún las palabras y no creo que las encuentre, porque puede que no las
haya para definir ese momento. Me encuentro y me abrazo con Jose, que acaba de entrar y al fondo veo a Ángela. Nos abrazamos, que momento más emocionante. Conseguí terminar y completar mi primera maratón de montaña en la que era mi carrera número 13 como villano; no sé si fue la casualidad, una coincidencia o el destino el que determinó que eso fuera así, pero me alegro que se produjera. 


MIGUEL ENTRANDO EN META / 40 km. 7:21:20



EL AMANECER DEL DIA DESPUES DE LA CARRERA 


Cuando me levanté al día siguiente el sol ya hacía rato que lucía en lo más alto, rápidamente fui a comprobar que estuviera donde tenía que estar, y así era. Había amanecido por donde debía. 





Es difícil de explicar las sensaciones del día después, quizás satisfacción y orgullo sean los dos adjetivos que mejor pueden explicar lo que sentía en ese momento. Luego también estaba el tema físico. Los días previos a la carrera recordé una frase de Gus, nuestro flamante y brillante nuevo PRESIDENTE. 


* ¡Alcalde, todos somos contingentes, pero tú eres necesario!
* ¡Viva el munícipe por antonomasia! 


Cuando el año pasado termino su primer maratón en Valencia envió un mensaje que decía: “Me duele la vida”. Yo después de esta carrera estaba seguro de que me iba a doler no solo esta vida, sino seguramente todas las anteriores que haya tenido también, pero sorprendentemente me encontraba muy bien; cansado, pero no agotado y sin una triste agujeta. Final perfecto entonces. 


La jornada fue completa, los 8+1 villanos que fuimos a Arenas de San Pedro, conseguimos completar nuestras pruebas. Creo que todo un lujo para este club y para sentirse orgulloso de ello. El único pero, las ausencias de última hora de Edu y de Carlos. Se os echó de menos compañeros, que lo sepáis. 


Mi más profundo respeto y admiración para estos valientes: 


JOSE GARCIA: EL ULTRA VILLANO/ 80 km. 16:28:25



ISAAC: APARTE DE BUSCALIOS SIGUE SIENDO EL “PUTO” AMO / 80 km. 18:14:06



Upssss…




JAVI: MAS ZORRO QUE NUNCA/ 40 km. 6:14:00
 
DAVID: ES NUEVO, PERO PROMETE / 40 km. 6:45:15



JOSE: TE ADMIRO PROFUNDAMENTE/ 40 km. 7:19:19



SONIA, NATI Y ANGELA: SUPER VILLANAS / 12 km. 1:56:00


SONIA, NATI Y ANGELA: SUPER VILLANAS

5 comentarios:

Isaac Pinto dijo...

Como he disfrutado leyendo tu crónica. De veras que me siento completamente identificado con todo lo que has vivido. Que grande eres Miguel!!!! Y muchas gracias por el cumplido. Recuerda: Buscalios Strikes Back

Edu dijo...

Bonita crónica y gran experiencia.

Un abrazo Miguel

PRONADOR ERRANTE dijo...

Ciertamente genial la crónica. La leo y releo y cada vez me gusta más.
Y aún más genial tú Miguel por esta gran proeza de Galayos.
Gracias por tus palabras. Pero no hay nada de admirable en mí. Solo me dejó llevar.
Ahora a pir El Escorial.

Unknown dijo...

Jajaja, menudo club de escritores que tenemos! Muy bonita! A ver si me veo la película.
Una de las cosas que siento, es no poder haber compartido juntos esta experiencia, pero me pudo más el corazón que la cabeza, jajaja.
Está bien que quede por escrito porque fue la primera pero no será la última
Vamos villanos!!!

SkatoLógico Disperso dijo...

Siempre queda en el recuerdo esa primera Maratón, muchas anécdotas que sólo uno entiende de verdad. Enhorabuena Miguel de nuevo 👏👏👏

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