La verdad es que los nervios
estaban a flor de piel después del “briefing” improvisado que di a mis
compañeros de aventura la tarde del viernes. Mostrarles las estadísticas de los
repechos que nos esperan hace que a más de uno se le borre la sonrisa. Así que,
entre los nervios, el madrugón (4:00 am) y el viajecito en coche por carretera
de montaña hasta la salida, te plantas allí con una sensación bastante extraña,
entre mareo, sueño, miedo e ilusión. Todo se mezcla y hace que el estómago esté
realmente revuelto pensando en el largo día que nos espera
Todo empezó muy bien, con un
tramo nocturno hacía la primera subida, a la que llegamos coincidiendo con el
amanecer (algo realmente bonito). Por una vez el trenecito villano cumplió las
expectativas y allí estábamos los cinco (Isaac, Rubén, Javi, José y un
servidor), inmortalizando el momento. Posteriormente una bajada dónde se podía
correr mucho hasta llegar a Riópar.
Aquí los galgos se desbocan y los
percherones (José y yo) nos dedicamos a recortar tiempo, que nunca se sabe lo
que puede pasar y el cierre de control está bastante justo en los primeros
puntos. Realmente me encontraba bien, con muchas fuerzas e iba disfrutando y
adelantando a bastante gente.
Segunda subida de la jornada.
Aquí me sorprendo un poco al alcanzar a Javi. Sé que voy muy bien, mejor de lo
previsto, pero no contaba con esto. Está parado, quitándose ropa (empieza a
apretar el calor) y recolocando la mochila. Y, claro, ante esta situación, ¿qué
vas a hacer? Efectivamente, hacer la siguiente subida como si no hubiera un
mañana, jajaja (esa deportividad Villana que nos caracteriza, ya sabéis). Es muy larga pero tendida y se llevaba bien. En
las rampas más duras me alcanza Javi de nuevo y conseguí aguantar con él un
rato. Al final, en un momento de lucidez, me doy cuenta que estos excesos los
voy a pagar más adelante y aflojo considerablemente.
En la siguiente bajada nos
alcanzan los de la carrera de 45km y voy bastante rápido con ellos. Se trata de
una senda amplia y sin ninguna dificultad. Quizá fue esto lo que me llevó a
relajarme y, en un momento de despiste, darme un trompazo monumental. De
repente, me veo en el suelo, con un dolor insoportable en el tobillo izquierdo.
Me levantó como puedo y empiezo a andar, pensando en que no se me enfríe y
confiando en que solo haya sido el susto.
Sin embargo, no es así, sigo
andando pero el dolor no me deja correr. Aún deben faltar unos 40kms hasta meta
y esto va a ser un suplicio. Continúo andando durante unos kms completamente
llanos, pensando en cómo hubiera ido de rápido por aquí. Estoy a la espera de
que el tobillo me de alguna señal de si debo seguir o no. Realmente, viendo
cómo estaba de hinchado y el derrame que tenía suponía que, una vez frío, el
dolor sería tan insoportable que no me dejaría seguir.
Aunque de momento me dejaba
continuar, así que aproveché para seguir sumando kms. Y así llegué hasta el 37,
el punto de vida. Apenas me paro a comer ni cojo nada de la caja con material
que tengo allí (la preparas el día antes y te la llevan hasta ese punto).
Solamente pienso en seguir avanzando kms mientras pueda soportar el dolor. Un
poco de Reflex que me da José (él ya lleva un tiempo allí) y a funcionar.
Y así, llego al Padroncillo, una
subida de 2kms infernales con rampas entre el 35 y el 48%. Curiosamente,
subiendo me duele algo menos y subo relativamente bien. La bajada es otra cosa.
No puedo arriesgar nada. Otra torcedura en el mismo tobillo y se acabó.
A partir de ese momento solo
queda pensar en que no te pille el cierre de control e intentar, al menos,
llegar a meta dentro del tiempo máximo estipulado.
Una vez abajo, los siguientes kms
llanos son un suplicio. Sé que aquí tengo que recuperar tiempo pero no consigo
correr más de 100m seguidos. El dolor va aumentando.
Paso el penúltimo punto de
control solo 10 minutos por delante del cierre. A partir de aquí, 20kms a meta,
prácticamente a ciegas, ya que el GPS se ha quedado sin batería.
Subida final a la Almenara (casi
8kms con rampas de hasta el 47%). Cuando, por fin, llego arriba (se hizo eterno
por la dificultad del terreno, cresteo, trepes con cuerda, destrepes, etc) me
dicen que tengo 2h30 para llegar a la meta. Empiezo la bajada final pero el
terreno es complicado y ya casi no puedo apoyar el pie. En algunos tramos no
queda más remedio que “bajar de culo” para no cargar todo el peso en el
maltrecho tobillo. Casi 30 minutos para hacer un km bajando no es muy buena
señal. Llego al último avituallamiento. Me dicen que quedan “unos” 9kms a meta.
Teniendo en cuenta lo mal señalizada que estaba la carrera, no sabes si van a
ser 9, 10, 11 o a saber.
No queda más remedio que dar todo
lo que queda, aguantar el dolor y llegar a meta antes de morir en la orilla.
Estos kms también se hacen duros, debido al cansancio acumulado y a la
impotencia de no poder correr por un terreno mucho más sencillo.
Cartel de 5kms a meta (la primera
señalización que veo en toda la carrera!!!). Me debe quedar algo más de una
hora para completarlo (ya tampoco tengo la referencia de la hora porque el
móvil también ha muerto).
Pasan los kms y no veo el pueblo
donde está la meta. Está al fondo de un barranco y hasta que no corono un
montículo a falta de 2kms no se ve. Todavía hay bastante luz solar, así que
intuyo que debe haber margen hasta las 9 de la tarde que es el tiempo de corte.
Un km más de senda y ya entro en el pueblo. En ese último km da tiempo a todo,
emocionarse, recomponerse, intentar preparar una entrada digna, etc. Al final,
todo se te viene abajo cuando ves a tus compañeros esperándote unos cientos de
metros antes de la meta, gritando como unos exaltados (jajaja) y al fin,
después de más de 14 horas, consigues entrar en meta y puedes dar un abrazo a
tu mujer, que lo habrá pasado igual de mal, especialmente en las últimas horas
dónde el móvil ya se había quedado sin batería.
Es el momento de los abrazos, las
lágrimas y soltar todas las emociones acumuladas durante un día
muuuuuuuyyyyyyyy largo.
Me atienden en la Cruz Roja y me
dicen que se trata de un esguince muy fuerte y que debería hacerme una
radiografía porque también podría estar afectado el peroné. La verdad es que la
pinta no es nada buena y no entienden cómo he podido correr así durante 40kms.
En fin, qué le vamos a hacer, soy terco como una mula y había que intentarlo mientras
hubiera opción.
CONCLUSION: pensaba que llegaría
un punto en que no podría soportar el dolor y tendría que parar sí o sí. O no
llegaría a tiempo a algún control y la organización no me dejaría seguir. Eso
supondría el fin de la carrera, no habría remedio. Pero no fue así, y no quedó
más alternativa que continuar mientras quedaba algo de esperanza. Y, de esta
manera, a ciegas sobre el tiempo, ritmo y kms que llevaba, me planté en la meta
con 45 minutos de margen sobre el cierre. ¿Una imprudencia? Puede que sí, pero
en esos momentos el corazón puede más que la cabeza y no piensas en las
consecuencias. Lo único que te preocupa es quedar bien contigo mismo, no tener
ninguna cuenta pendiente en tu interior y saber que has hecho todo lo que
estaba en tu mano.
Ahora, a descansar y pensar que
la temporada se ha acabado.
PD: por supuesto, lo mejor de
este tipo de carreras es lo que no se cuenta en la crónica. Ese fin de semana
en la casa rural con Nati, Sonia, Rocío, Asun, Laura y “los cabrones que me
meten en estos líos”. Risas, entrecots a la brasa, vino, más risas y recuerdos
que quedan para toda la vida
Un desafío en el que más de 30 participantes en la prueba de 65 km no llegaron a meta por diversas circunstancias. Los 4 villanos llegaron.
PUESTO | NOMBRE | TIEMPO |
---|---|---|
92 | JAVIER TORIBIO VILLAVERDE | 11:30:50 |
93 | ISAAC PINTO | 11:30:50 |
132 | JOSE FERNANDEZ VALENCIA | 13:35:22 |
136 | DAVID ALONSO JIMENEZ | 14:16:56 |
4 comentarios:
Muy bien Coco.
La carrerita tenía lo suyo y si no lo vives in situ es difícil de explicar. Hacer 40 km con ese tobillo y con esa cabeza que tienes no es baladí. Menos mal que tienes cuerpo de atleta que sino…
Esta temporada has ido haciendo proeza tras proeza. Esto también vale para tus tres compañeros. Pero es lo habitual. Vaya añito chavales.
Enhorabuena a las cuatro, todo un reto conseguido. En especial para Coco, dadas las circunstancias
Que fina y que delgada es la línea que separa la imprudencia de la prudencia y de la locura con la cordura.
Enhorabuena por tu carrera Coco y por tu capacidad de sufrimiento. No debió de ser fácil.
Y enhorabuena a los otros tres villanos por completar está durísima ultra. Gran proeza la vuestra.
Hasta la próxima "locura"
Una machada. Enhorabuena a todos.
Juancarr
Publicar un comentario