Un día cualquiera hace
no muchos años y en algún lugar.
Ring....ring…ring. Seis de la mañana y otro día más el
maldito despertador, que en realidad no me despierta porque llevo un buen rato
con los ojos abiertos, la mente a toda máquina y el mismo miedo de siempre. El
trabajo. Empieza la rutina diaria. Te levantas, ducha, desayuno y viaje hasta
la oficina. Otro día más que no quieres salir de casa, pero otro día más que al
final lo acabas haciendo para enfrentarte a tus miedos...bueno para esquivarlos
más bien. Gente y más gente en los trasportes. Sales a la calle y más gente y
aglomeraciones. Todo sucede en décimas de segundo, pero recibo un fuerte
impacto en el hombro y de repente estoy en el suelo. Mi bolso, mis cosas y mis
papeles desparramados. Uno de esos runners que tan de moda se están poniendo, ha
chocado conmigo. No le culpo, no estoy a lo que tengo que estar. Un tipo alto,
delgado, con gorra, pero la visera para atrás, gafas de ver metálicas rojas,
barba y mallas cortas. No me resulta desconocido. Me ayuda a recoger todo, se
disculpa amablemente, se levanta y empieza a correr de nuevo. Me quedo
mirándole y a los pocos metros gira la cabeza y me guiña un ojo. No entiendo
nada ¿Qué ha sucedido? ¿Ha pasado de verdad?
Continúo la marcha y llego a la oficina junto con mis
fieles compañeros desde hace un tiempo: el estrés, la preocupación, la falta de
confianza, la falta de autoestima, la angustia y la ansiedad. ¿Habrá llegado
ya? ¿Quién será hoy, Dr Jekyll o Mr Hide? Pasan las horas lentamente y la
jornada laboral termina. Otro día muy duro. La tensión todavía está presente y
el agotamiento es grande. ¿Hasta cuándo podré aguantar con esto? Viaje de
vuelta, busco mi libro en el bolso y de repente aparece un sobre que no
recuerdo. Lo abro y me encuentro con una carta manuscrita dirigida a mí:
"Si soy el del golpe de esta mañana. Lo siento, pero no se me ocurrió nada
mejor. ¿Sucedió de verdad te preguntarás? Da igual, dentro de un tiempo lo
entenderás. ¿Quién soy? Ya me conocerás. Solo te diré que vengo de otro
"sitio", no busques máquinas del tiempo, ni Deloreans, ni agujeros
espacio-temporales, ni condensadores de fluzo. Todo eso es lo de menos. Lo importante
es que he venido por ti y para ayudarte. Necesitas hacer algo, necesitas volver
a ser tú. Tienes que buscar y encontrar algo que te ayude a salir del hoyo en
el que estás y que te ayude a recuperar confianza. Lo necesitas por ti y por
los tuyos. Yo te quiero proponer algo que estoy seguro que te ayudará. Es algo
muy sencillo, CORRER. Te aseguro que no te arrepentirás. Ya sé que ahora no te
ves saliendo a la calle con mallas ajustadas, ni teniéndote que poner
esparadrapo en los pezones, ni perdiendo uñas de los pies, ni bebiendo alguna
cervecita menos, ni madrugando los fines de semana, ni saliendo a correr da
igual el tiempo que haga. Solo te pido que pruebes un tiempo, que le des una
oportunidad y que te la des a ti mismo. Y si lo de correr no te ayuda, prueba
con otra cosa amigo, pero es hora de ponerse las pilas y hacer algo. En realidad,
estamos en este mundo "un rato", ¡pues disfrutémoslo joder! Mucha
suerte y.…ya nos veremos."
27 de abril de 2019,
Zubiri-Esteribar (Navarra)
Ring....ring…ring. Seis de la mañana y suena el
despertador, pero en realidad ya llevo un rato despierto. El momento lo merece.
Estoy ante mi mayor reto desde aquel día en el que tome la decisión de empezar
a correr.
Km 0.
Momentos previos en el cajón de salida. Solo es cuestión de segundos.
Demasiadas emociones que no puedo gestionar. Las lágrimas asoman en mis ojos y
se lanzan a recorrer las mejillas. Pero no hay tiempo para más. Se da la salida
y ahora sí, comienza mi viaje hacia lo desconocido.
Km 1.
Asfalto y salida neutralizada. El cielo cubierto. No se espera demasiada
lluvia, pero por estos parajes … quien sabe.
Km 2.
Dejamos el duro asfalto y enfilamos hacia el monte.
Km 3. Primer hayedo. Increíble. No va a ser el último.
Décimo empezar a contar hayas para hacer más amenas las primeras cuestas.
Km 4.
Mucho barro y muchas hayas. Voy por 4.856.
Km 5.
Más barro y más hayas. 9.328. Me caigo por primera vez. Sin daños.
Km 6.
Barro, hayas (15.711) y segunda caída. Sin daños.
Km 7.
Primer avituallamiento. Solo líquidos. No paro. 20.607 hayas.
Km 8.
Seguimos subiendo sin parar. 26.013 hayas.
Km 9.
Finaliza la primera subida exigente del día. Perdí la cuenta en 28.744 hayas.
Me da pereza volver a empezar.
Km
10. Un par de km de subes-bajas.
Km
11. Primer avituallamiento serio del día. Bebo, como y cojo fuerzas para lo que
viene ya mismo.
La vida es un continuo de toma de decisiones, una
constante de asumir riesgos; porque decidir es arriesgar. Puedes hacerlo más
por impulsos o que sea una decisión muy planificada y muy documentada, pero al
final estás arriesgando.
Y esa decisión y ese riesgo puede ser por algo muy
trivial, ¿Dónde compro el pan hoy?, ¿Me echo la siesta en el sofá o en la
cama?; o por algo más trascendental, ¿La hipoteca a tipo fijo o variable?,
¿Acepto la oferta y cambio de trabajo o no lo hago?, ¿Salimos a entrenar a
Chiloeches o a Los Santos?
Km
12. Nos acercamos irremediablemente al Adi. Una de las subidas más exigentes.
Km
13. Duras rampas. Nuevos compañeros de viaje, la niebla y el viento.
Km
14. Seguimos subiendo. La niebla ya empieza a ser espesa y el viento más
fuerte.
Km
15. Un durísimo último km, pero coronamos el Adi. Comienza una frenética
bajada.
Km 16. La niebla lo envuelve todo y apenas se ve. De
repente estoy solo. Sin problema. Una banderola y después otra. Así de fácil.
Km 17. Bajamos y bajamos. Praderas y más praderas.
Hierba y más hierba. Da gusto contigo Navarra, que bonita eres.
Km
18. Algún repecho “suaviza” la bajada. Segundo avituallamiento. De repente
aparece Ángela. ¡Que subidón! Como, bebo y charlamos.
Km
19. Después de terminar de bajar nada mejor que volver a subir. Por cierto, los
bosques de hayas siguen conmigo.
Km
20. Me da por pensar que, en las últimas carreras, Tres Valles y Mamocu, a
partir de este km tuve bajones. Pero no siempre tiene que ser igual, ¿no?
Km 21. Finaliza el repecho. Sencillamente
espectaculares las praderas por las que discurre la carrera. No puedes evitar
echarte a correr, es increíble.
Y el riesgo tiene un componente intrínseco; que puedes
acertar o que puedes no acertar. Lo que nunca harás es fallar. Solo fallarás si
no tomas decisiones y si no arriesgas. El mayor fallo y el mayor error es
pensar una y otra vez que no arriesgaste, que no tomaste una decisión, que
fuiste cobarde, que tuviste miedo.
Si aciertas, pues seguramente todo fenomenal y todo
maravilloso. Pero si no aciertas puede que haya complicaciones, y dependiendo
de la trascendencia de la decisión, esas complicaciones serán mayores o
menores. ¿Y a dónde quiero llegar con todo esto os preguntaréis? Pues muy
sencillo, yo hoy estoy en este club, y hoy estoy escribiendo está crónica y
hace unos días conseguí completar esta ultra de 68K y 4000+,
"gracias" a que un día me arriesgué, tomé una decisión ... y no
acerté ... bueno, pensándolo bien, sí que acerté, solo que no lo supe hasta un
tiempo después.
Km
22. Kilómetros para disfrutar, relajarse y dejarse llevar. Falta mucho y muy
duro.
Km
23. Ni idea. No queréis que me acuerde de todo, ¿no?
Km
24. De repente te llega alguna bajada muy peligrosa. Mucha pendiente, mucho
barro y alguna piedra. Los bastones buenos aliados para mantener el equilibrio
a veces.
Km
25. Una de las cosas que más me gusta de estas carreras es la sensación de
estar tu solo, sentir la soledad y disfrutarla. Me encanta estar allí y estar yo
solo.
Km
26. A lo lejos ves las carpas del próximo avituallamiento. Te anima a ir más
rápido.
Km 27. Ya está muy cerca. Todo cuesta abajo y
llegamos.
Km
28. Tercer avituallamiento. Nuevamente está Ángela y nuevamente la alegría es
grande. Bebo mucho isotónico y como de todo un poco. Me cojo la barrita
Energyboost para momentos futuros. Dicen que es una bomba.
Km
29. Momento delicado del día. Cuatro subidas verticales seguidas. Ángela se
anima y hace unos metros de la primera. Algo más arriba dos nuevos compañeros
de viaje. La lluvia y el aire. Se juntan y tenemos la ventisca.
Km
30. Se está haciendo muy duro. Cada subida vertical viene acompañada de una
bajada igual de vertical. La ventisca lo hace más complicado. Pega de lado. Por
fin voy a probar mi “Solo-Climb Textrem Lite 2.5”.
Lluvia+gorra+capucha=empañamiento de gafas. No veo un pijo. Me las tengo que
guardar.
Km
31. Estoy en el tercer repecho. El segundo, el Saioa, ha sido bestial. Sigue
arreciando la ventisca, la niebla es más espesa y el frio cada vez más
presente.
Km
32. Nuevo problema. Prácticamente no siento las manos. Dudo si intentar ponerme
los guantes. Decido que sí. Suelto el bastón y me llevo la mano a la cremallera
del bolsillo. Imposible siquiera intentar abrirlo. La mano está helada y
rígida. Sigamos pues.
Km
33. Con el Zuriain terminan las cuatro subidas verticales. Empezamos a bajar. Según
perdemos altitud la ventisca desaparece, el frio se va, mis manos recuperan la “vida”
y mi “Solo-Climb Textrem Lite 2.5” está seco en cuestión de minutos.
Km
34. Mitad de carrera y cuarto avituallamiento. Siento que termino la carrera
seguro.
No fue una decisión precipitada, fue meditada,
valorada, pensada y madurada. Y la tomé porque estaba convencido de que era la
decisión más acertada. Eran tiempos complicados, laboralmente hablando, con
mucha temporalidad y uno siempre tiene la inclinación a buscar estabilidad y si
puede venir acompañado de cercanía geográfica, desempeñar unas tareas que te
gustan y buenas condiciones económicas, …, pues tienes que decir que si,
prácticamente no te queda más remedio porque todo te encaja. Lo que venga
después también es otra forma de viajar hacia lo desconocido. Y aquel viaje
empezó regular, fue a peor, después a mal, posteriormente a muy mal y por casi
por último a muy muy mal. Pero al final del todo, casi sobre el pitido final,
resulta que terminó muy bien. Ahora con la perspectiva del tiempo, es
sorprendente, a la par que estremecedor como poco a poco, muy lentamente, te
vas hundiendo y cayendo en un pozo. Un poquito hoy, otro poquito mañana, y otro
poquito pasado mañana, y al otro y al otro; y cuando te quieres dar cuenta
estás hasta el cuello. Hay un daño colateral, que no solo te hundes tú, también
hundes tu vida y a los que están en ella. El margen de maniobra ya a esas
alturas es muy pequeño, pero existe. En esos momentos en indispensable estar
rodeado de la gente adecuada y yo tuve esa suerte.
Kms
35-40. Varios kms de descenso que se agradecen. Con bajadas más verticales y
otras más tendidas. El paisaje y el entorno maravilloso. Cada pocos metros
algún arroyo cruza las sendas y la mayoría escondidos bajo el manto de hojas;
casi imposible tener los pies secos.
Km
40. Cambia el perfil y vuelve el rompepiernas. Ahora me doy cuenta que no he
tenido mal momento o bajón, de hecho, me encuentro fuerte.
Km
41. Son alucinantes esos momentos en los que de repente se termina el bosque y
sales a un claro. La vista es espectacular y te sientes un privilegiado por
estar allí haciendo algo que te fascina.
Km
42. Suena el teléfono. David, mi cuñado. Está en Iragi con Ángela, en el
avituallamiento del km 58. Iba décimo, pero se le cargaron demasiado las piernas
y cambió el chip a terminar y disfrutar. Me da ánimos y consejos para lo que me
queda.
Km
43. Muchísimo tiempo para pensar durante la carrera. Viene bien, demasiadas
emociones en las últimas semanas y meses que hay que terminar de asumir y
asimilar.
Km
44. Muy cerca ya de Aritzu, el avituallamiento estrella del día.
Km
45. A veces me parece increíble que esté aquí haciendo esto. No me lo puedo
creer.
Km
46. Por fin Aritzu. Pasta para comer. Me decido por el “completo”, pasta con
tomate y carne. Como lo disfruto. Lo acompaño con dos Aquarius y un mordisco a
la barrita Energyboost, a ver si funciona. A punto de terminar aparece Ángela.
Vaya abrazo. Me cuenta sus “aventuras” para desplazarse a verme a mí y a su
hermano y me acompaña un tramo al salir del pueblo. Nos despedimos hasta Iragi.
Tuve momentos en los que estuve a punto de abandonar,
de rendirme y de retirarme con el rabo entre las piernas e irme a un rincón
remoto y quedarme allí, derrotado y humillado. Me daba igual, solo quería irme.
Pero no lo hice, me costó horrores, pero no lo hice; y esas fueron mis primeras
victorias. Ahí fue donde logré remontar. Hice un gran esfuerzo para tener un
poquito de claridad y de lucidez entre tanta oscuridad y entre tanta mierda y
entendí que aquello tenía que vencerlo, que tenía que superarlo, que llegaría
el momento en el que me iría de allí, pero tenía que hacerlo con la sensación
de haberlo superado, de haberlo conseguido, de haber sido capaz de resistir y
de vencer; y sobre todo irme con la conciencia muy tranquila y con la cabeza
muy alta. Y lo conseguí, vaya que si lo conseguí. Necesité ayuda por supuesto,
pero gran parte del mérito fue mío y estoy muy orgulloso de aquello. Salí
increíblemente reforzado de aquello, me sentía fuerte, muy fuerte y alto, muy
alto; era como Iron Man o como Superman, con súper poderes; me sentía capaz de
todo y de mucho más.
Km
47. Por delante la penúltima subida vertical del día, Artzeki.
Kms
48-49. Subo bien, muy bien; incluso diría que muy muy bien. Me siento feliz.
Kms
50-51. Después de terminar la subida con grandes sensaciones, otro terreno
rompepiernas, pero sin dejar de subir y de coger altura.
Km
52. Nuevo avituallamiento. Como, pero sobre todo bebo mucho. La anécdota del
día. Al llegar dejo mis bastones en el suelo, pero al irme por error u omisión,
cojo otros distintos. No me doy cuenta y tiro metros.
Kms
53.-54. Otro par de kms de subida. Parece increíble, pero no soy consciente de
que voy con otros bastones.
Km
55. ¡Joder, pero si estos no son mis bastones! Por fin soy consciente. Hago
memoria y creo que se de quien son. Lo siento, pero no me planteo ni volver ni
parar, en meta lo arreglamos.
Y en ese proceso y en esa lucha encontré un gran
aliado, un compañero, un socio; empecé a CORRER y esa fue una de las mejores
decisiones que he tomado en mi vida. Esta no es de esas en las que arriesgas
mucho, porque tienes muy poco que perder, pero mucho que ganar; al menos en mi
caso así fue. No sé si alguien me dio ese sobre, o si ocurrió en un sueño, o en
una pesadilla o si fue realidad o ficción. No sé si fue mi otro “yo” el que
chocó aquella mañana conmigo, o si fue otra persona, o a lo mejor no fue nadie,
o a lo mejor solo es fruto de mi imaginación y un recurso literario; pero lo
único que es cierto al 200% es yo empecé a correr, y eso cambió mi vida. Lo que
empezó siendo una terapia, se acabó convirtiendo en la mejor medicina y en una
necesidad; corriendo encontraba el bienestar, encontraba el equilibrio,
encontraba la tranquilidad, encontraba la pausa, encontraba la armonía; y todo
eso lo trasladé a mi día a día y a mi vida y así fue como, entre otras cosas,
conseguí salir de ese pozo.
Kms
56-58. Descenso muy fuerte y muy complicado. Difícil coger ritmo, no quiero
forzar porque todavía queda la última subida. Otro muerdo a la barrita. Llego a
Iragi. Está Ángela, nunca se lo agradeceré bastante. Sales del pueblo y ves la
cuesta. ¡No jodas! Te la quedas mirando y resoplas. Pregunta clásica, ¿Por ahí
seguro? Va a ser que sí.
Kms
59-60. Baratxueta. La mejor subida de mi vida. Nunca la olvidaré, porque nunca
he tenido la sensación de subir tan fuerte y tan rápido. No doy crédito a lo
que estoy haciendo. Disfrutar no es la palabra, es casi el éxtasis. No sé a
cuanta gente he podido adelantar, pero a mucha. Y de regalo, cuando terminas de
subir, acaba el bosque, una nueva pradera verde y un maravilloso paisaje para
tus ojos. Momento perfecto.
Kms
61-67. Terreno para correr y lo bueno es que puedo hacerlo y a buen ritmo. Ya
eres perfectamente consciente de que lo vas a conseguir. Lo piensas y sonríes,
y te vas emocionando. Cierto es que los últimos dos km se hacen muy largos y un
poco de bola, pero ya solo queda uno.
Km 68
y último. Parece que no va a llegar nunca, pero finalmente giro a la izquierda,
rampa de bajada para salir del bosque, saludas a Ángela, chocas las manos de los
niños como si fueras su ídolo, rodeas el pabellón, y recta de ....
META:
… y la cruzas. No me entero de nada, sé que David me estaba esperando y
grabando, no sé qué tiempo marcaba el reloj, tiro los bastones al suelo y las
manos a la cara. Lo has conseguido colega, lo has conseguido. Por un segundo me
parece ver al fondo al tipo alto y delgado de hace años que me sonríe y me
guiña de nuevo o quizás solo es mi reflejo en la cristalera. Ahora entiendo
cosas. No sé, estoy en una nube, es difícil de explicar. En ocho meses cuatro
maratones de montaña, la Magnetotermia de Tres Valles y una ultra de 68K, que
casi suman 15.000 metros + de desnivel. A disfrutarlo toca.
Y gracias a aquel viaje a lo desconocido empecé a
correr, y descubrí el running y después el trail. Y gracias a aquello os he
podido narrar como el día 27 de abril de 2019 a las 07:30 de la mañana puede
empezar otro viaje a lo desconocido. 68 km de montaña con 4.000 metros + de
desnivel y doce horas desde que se dio la salida hasta que crucé la meta. Y con
la sensación de que otra vez más, salí vencedor de ese viaje, y conseguí
derrotar las dificultades y las adversidades y volví a salir más fuerte y más
reforzado.
Y para completar aún más el circulo, se da la curiosa
circunstancia y casualidad de que cuando estaba en ese pozo hace unos años, en
un breve paréntesis vacacional haciendo el Camino de Santiago con Ángela, tras
salir de Saint Jean Pied de Port y pasar por Roncesvalles, arribamos a Zubiri,
donde hicimos noche. Y ya entonces tuve una sensación especial con este pueblo,
de atracción, de empatía, como que no era la última vez que iba a volver por
allí. Hace un par de años regresamos para animar a David en esta misma carrera
y ahora definitivamente se cierra el círculo con Zubiri completando la Nafarroa
Xtrem. Pero sé que no es la última vez que vamos a visitar Zubiri. Lo sé, no me
digáis porqué, pero lo sé.
400 valientes en la línea de salida. 329 cruzaron la
línea de meta. Yo lo hice en el puesto 279, tras 12h06’44’’ e increíblemente
contento de cómo me salió la carrera y sobre todo de como la terminé, con
muchísima fuerza y corriendo mucho y con la sensación de que podía haber
seguido haciendo más kilómetros. Posiblemente la mejor carrera de mi vida, por
muchas circunstancias.
Ya sé que no le gusta mucho que hable de ella en mis
crónicas, pero necesariamente esta crónica es para Ángela. Gracias por tu apoyo
durante la carrera y por buscarte la vida tu sola para desplazarte a tantos
puntos del recorrido para darme ánimos. No te haces una idea del aporte de
energía y de la fuerza que me suponía verte en los avituallamientos. Y sobre
todo gracias infinitas por animarme y por insistirme en su día para que me
calzara unas zapatillas y empezara a correr. Todo esto especialmente te lo debo
a ti. Gracias infinitas por ello. La deuda es grande y difícil de saldar, pero
lo intentaré.
PD. Por cierto, en la meta recuperé mis bastones y
devolví los míos. Asunto arreglado. Cosas que pasan.
2 comentarios:
Sencillamente impresionante Miguel.
Mi más sincera enhorabuena por la crónica, el reto, la temporada y por tener el valor de hacerlo y contarlo.
saluda a tu musa, seguro que sin ella esto no seria posible.
Enhorabuena por la carrera, Miguel. El que nunca se ha visto en una de éstas no puede ni imaginarse la cantidad de emociones y los cambios de estado de ánimo que se suceden a lo largo del día.
Y enhorabuena también por la crónica. Me siento realmente identificado con algunas de las cosas que dices, aunque yo no tengo la capacidad de expresarlo como lo hacéis vosotros.
Ni barritas ni geles ni Energyboost, totalmente de acuerdo contigo en que el mayor subidón de energía te lo da el ver aparecer de repente, de forma inesperada, a un ser querido. Y cuanto más querido, pues más energía, está claro ;·)
Un abrazo, campeón
Publicar un comentario