EL CORREDOR..






Todo tiene un comienzo. …..



Unas veces fue por rebajarle unos kilos a lo que te decía la impertinente báscula,  otras por bajar los niveles del colesterol que se anunciaban por encima del baremo establecido en aquella revisión médica mensual de la empresa.  Por mantenerte en forma porque ya ibas teniendo una “edad” o por probar aquello que otros hacían y no dejaban de hablar de ello como si fuera el gran “mana” del siglo. Algunas por retomar lo que dejaste  hace miles de años o por la insistencia de aquella vecina, aquel compañero de trabajo o un amigo para que probaras.



Después de un par de semanas corriendo ya no eras el del principio. Ya  no te hacía falta parar cada poco para recobrar el resuello y, enganchado sin remedio llegaste a correr media hora seguida. Al tiempo, hasta una hora. Ya eras un “corredor”



Te apuntaste a aquella carrera y aunque no quedaste ni entre los mil primeros te sentiste campeón.



Luego te planteaste otras “metas”. 

Sencillo pues.


Adquiriste unas zapatillas adecuadas para tu peso y pisada (eso te dijo el vendedor o decían en Google).

Compraste revistas, visitaste páginas web, hiciste series, subías y bajabas cuestas.

Ya corrías más de una hora y sin parar y, como quien no lo quiere bajaste 10 segundos, 30 segundos, 1 minuto, etcétera tú marca en esta o aquella distancia que hasta hacia poco te parecía imposible incluso de recorrerla tan siquiera.

Pasaste de los 10 a la media maratón. Corriste un maratón porque todos te decían que podías, incluso hiciste tus pinitos en el mundo del trail y el ultrafondo, aunque como buen corredor te aburría sobre manera, pues en ocasiones el cuerpo de “”corredor”  no te daba y tenias que andar.



Te apuntaste a un club, con el fin de mejorar aún más. Este del barrio estaba bien para empezar, ya habría tiempo de otras cosas. En el había corredores y corredoras como tú, apasionados del ritmo, con los que te picabas e intentabas superar como en un juego.



Experimentaste la famosa osmosis entre corredores, pero a veces también la insularidad del corredor de fondo.



Insististe, y en casa te regalaron para aquel cumpleaños un aparato para medir la distancia, las pulsaciones y el ritmo (que fue un amor duradero, allá en tú muñeca,  pues no dejaste de mirarlo en cada zancada durante los restos, en los entrenos y en las carreras, en la salud y la enfermedad, en las series y en las cuestas, hasta que la muerte de la batería o el anuncio del nuevo modelo os separe, a riesgo de caerte).

Cada día anotabas lo que ese cacharro te marcaba y lo comparabas con el día de ayer.

Pasaste de una salida y media a la semana a dos, tres, cuatro, cinco…..y lo máximo siete, si,  de lunes a domingo. Te planteaste incluso doblar y hacer que la semana durase más.



Ya no salías a “correr”,  ibas a “entrenar”.



Te lesionaste, te recuperaste, hiciste multisaltos, acudiste al fisio, te compraste libros, cremas y medias de compresión, hacías circuitos Oberón y Oregón, levantaste  pesas, hiciste ejercicios de  gomas, pilométricos, isométricos  y tenías  un especial cuidado con tú alimentación.



Y ya pasados los años, no sabrías decir cuántos, se convirtió en el centro de tú vida. ¿O de la otra vida?. Incluso pasaste a formar parte de la vida de los demás a través de las plataformas donde corredores y corredoras “colgaban” sus andanzas, a los que hacías o te hacían like u otorgaban kudos, etc.



Lo malo fue que te involucraste tanto en tú otro yo, en tú otra vida, que a veces perdiste la conciencia de quien eras, y de que era lo que te movía. Ya sí que no eras el del principio, no cabía duda.



Y empezaste a culpar al resto (y lo peor a los que tenias más cerca y realmente te querían)  de tus “fracasos” como corredor popular, de tus “lesiones” como corredor popular, de tú “estancamiento” en la progresión como corredor popular, de todas las "medallas olímpicas" que dejaste de ganar…...como corredor popular.



Moraleja:



 “Correr es lo más importante entre las cosas menos importantes de nuestras vidas”.


                        

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