El hombre que tuerce sus pies con más estilo y diplomacia en
el mundo estuvo hace una semana en Molina de Aragón, junto con sus compañeros y
compañeras del club de atletismo
Villanueva, para recorrer los 24 kilómetros de los que constaba este primer
Trail pie del hombre.
El nos cuenta su punto de vista (en tercera y variable
persona):
Hola José,
Siento decirte que este tipo de carreras no se adaptan para
nada a tus características. Pero tampoco te hagas demasiadas ilusiones, ya que
nadie viéndote venir podría relacionarte con cualquier tipo de prueba atlética.
Seguramente que con un par de tatuajes en sitios estratégicos pasarías más por
el motero malo, malote de la película que por corredor, popular. Quizás con un
casco y un arma sin afilar serias un buen extra en una serie de bárbaros
norteños, pero con esas zapas y ese calzoncillo en la cabeza, no sé que decirte,
salvo que quieras que sea sincero. Y los buenos blogueros solemos pecar de eso
y nos vamos por los cerros de….
Quizás has llegado aquí, al trail, el camino, la roca y la
montaña, huyendo del estereotipo de corredor rápido que no eres o del pistero
que nunca serás. Quién sabe.
Pero bueno ya que te pones, con más esfuerzo que vergüenza
te has plantado en tú quinta carrera de la MONTAÑA de la Diputación. Para
afrontar 24 kilómetros con al menos 4 subidas fuertes, una tendida y larga, y
mucho camino entre bosques y senderos escondidos al pie del hombre, el que da
nombre a la prueba. Que no al tuyo, escandalosamente torcido.
Así, haciendo filigranas sales del parque de La Alameda enredado entre tus compañeros de equipo. Los
cuales tampoco tienen las características…
o quizá sí, pero que como a ti les gusta sufrir.
Bajo el peso de vuestra propia ley de gravedad os ponéis en
fila de a uno, el sendero y las piernas
no dan para más, y comenzáis la primera subida pisando maderos que hacen las
veces de resbaladiza escalera a la famosa Picota. Mientras la niebla de la mañana se disipa
entre las almenas vais cresteando por la Torre de Aragón, esa que sale en todas
las postales de Molina, en un subir y bajar de atracción de feria eterno.
Y de repente estas solo, muy a lo lejos ves algún corredor
inalcanzable y la mirada atrás siempre te devuelve lo mismo, trastabillar,
pifiarla y casi caer por no ir pendiente de lo que debes, de los matojos, las
salientes ramas, las piedras del pseudo camino.
No coges ritmo, no reciclas lactato, pero suficiente tienes
con ir pendiente de las señales para no perderte.
Qué curioso José. Ahora que subes hacia el primer
avituallamiento te das cuenta que no sabes subir, apoyando esas manos en los cuádriceps para
darte un falso impulso. Y esperas a llegar a la bajada hacia el Barranco del
Toro para recuperarte. Pero al bajar, te
das cuenta de que te duelen todas las lesiones mal curadas que has acumulado en
tus años de corredor popular y de trabajador, popular también. Y no avanzas, y el lactato que sigue
acumulándose en tu vientre (o serán gases) y esperas al llano para marcar tú ritmo.
Pero el llano de la Senda a la Cocinilla, donde habitan gnomos, duendes y
princesas del bosque, duele, porque precisamente tienes que llevar tú ritmo.
Pero avanzas, pero sigues, siguiendo las marcas. Intentando no dejarte
llevar tras las liebres, las cabras o el sombrerero loco. Entre otras cosas
porque si te quedas o despistas allí nadie te va a ir a buscar, pasarías a ser
un personaje del cuento. Y quien sabe cuándo volverá a ser leído.
Entonces solo haces una cosa. Seguir. Eso sí, en las fotos
saldrás con el pulgar hacia arriba, levantando los pies del suelo, los
torcidos, incluso sonriendo, si a esa mueca se le puede llamar sonrisa. Pero tú
sabes lo que llevas encima ¿Qué no te duele? ¿Qué musculo tienes intacto
chaval? ¿Qué hueso no tienes desgastado? Encima no te has dado bronceador y te estás quemando
la p... calva.
Y te juntas con algún corredor que con sus ojos te dicen
hola. Y otros que te van diciendo adiós. Mientras regresas por entre los
trigales, llaneando pero deseando que llegue la cuesta arriba que lleva de
nuevo a La Torre de Aragón para ponerte a andar ya que te duele todo al correr.
Pero cuando empiezas a subir la Subida
de la Nevera te cagas en todo y deseas volver a bajar al pueblo. Pero cuando
bajas ya no sabes si te duele el pubis, la cadera o un testículo.
Y llegas, claro que llegas. Dignamente, trotando, a la meta
del Parque de la Alameda. Pero no sabes si has reciclado lactato y este se convirtió en abdominal o si el bulto que asoma en tú ingle es una hernia.
Solo te queda quitarte el disfraz de corredor, recomponer los trozos desajustados del andamiaje y comer migas…en la mejor
compañía posible. …la de tus compañeros y compañeras del club. Que en esta
ocasión son unos y en otras serán otros, pero son de los tuyos, sean más
piernas o menos piernas, más patas o
menos patas, son todos lo mismo, sin sectarismos.
Porque que nadie se
lleve a engaños, compartirlo, es lo único que nos mantiene en esto. Al menos a
José.
Oh Pronador dónde vas errante
Oh Pronador dónde vas errante
A donde iras.
Con el tuercebotas estuvieron Lolo, Oscar, Virginia, Alonso,
Eduardo, Nati, Laura y Pilar. Ellos sí que fueron los protagonistas, pero por
una vez el bloguero hablo de sus sensaciones en lugar de hacer una crónica
coral.
5 comentarios:
Felicidades a tod@s por
ese sufrido trail, otro
más a la saca.
Felicidades al incombustible
bloguero.
Muy buena la crónica, pronador.
Mi última carrera hasta quien sabe cuando.... un lujo compartirla con vosotros!!!Como me gusta la montaña :-)
No se si atreverme o olvidarme para siempre de la montaña, me ha gustado mucho la crónica.
Carmen.
Un relato muy original. Como decía aquel, sarna con gusto no pica.
Enhorabuena a todos por esas gestas que os currais.
Jusncarr
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