El 24 de junio del año 2008 se formalizó y nació
como tal el Club de Atletismo de Villanueva de la Torre:
Aunque como todo nacimiento este ya había empezado a
gestarse meses atrás, cuando menganito se cruzó por las frías calles villanas
de los primeros meses de ese año con fulanito y surgió la idea que más tarde
hicieron posible con otra media docena de corredores. Desde entonces han pasado
tantas cosas que seria muy difícil de resumir en una entrada de blog, en un discurso
o perorata. Tantas cosas que daría para escribir un libro, con infinitos capítulos
de carreras, pero también de amistad, compañerismo, de sufrimiento, de alegría o
de en ocasiones tristeza.
Por que diez años dan para mucho. Recuerdo que mi hijo
pequeño entonces tenia 6 años y ahora esta a las puertas de los 17, y le he
visto crecer estos años como he visto crecer este club, os podéis imaginar.
Un
club de padres, madres, hijos e hijas que en lo dilatado del transcurrir de este tiempo han formado
esta gran familia.
Aquella tarde de junio éramos 8 y no imaginábamos ni éramos
conscientes de lo que estábamos creando, de todo lo que vino. Centenares de
carreras, miles de kilómetros, viajes, una escuela de atletismo, 10 Carreras
Populares de Villanueva, miles de crónicas, ligas, premios y una forma de ver
el atletismo cuanto menos DIFERENTE.
Desde entonces much@s llegaron, otr@s se marcharon, algun@s
volvieron, pero tod@s sintieron en algún momento lo que es este club y cada
cual aportó su granito de arena para llegar a los 10 AÑOS.
El pasado domingo durante la celebración de la tradicional comida del club tras la décima
carrera villana, se hizo un homenaje y entrega de recuerdos a los 8 que
formalizamos este grupo de corredores y corredoras, pero este club y cada un@ de los corredores/as que han pasado
por el se merecen un reconocimiento. Aquí están todos ellos:
Seguro que con sus cosas buenas y sus menos buenas,
cada cual cuándo eche la vista atrás recordara algún momento vivido en el club,
alguna carrera, alguna quedada, algún que se yo. Y sentirá ese dedo de
nostalgia que le acariciara el alma o el corazón y pensara que mereció la pena.
Me gustaría escribir aquí en conmemoración de estos
10 años una entrada espectacular, un homenaje a todos esos compañeros y
compañeras, corredores y corredoras, amigos y amigas, padres, madres e hijos.
Pero empezaría y no acabaría nunca, sería como una historia interminable, ya que
no pararían de surgir en mi memoria carreras, quedadas o anécdotas. También
podría poner aquí un montón de fotos de esas millones que nos hemos hecho corriendo
(y que si pruebas a meter en el buscador de Google “club atletismo Villanueva”
veras muchísimas), bebiendo o bailando juntos, pero seguro que me olvidaría de alguien,
aunque sea de alguien cuyo paso fue efímero en el club, y no soy nadie para
hacerlo. Por eso rebuscando entre las entradas he recuperado y adecentado esta, que
seguramente define mejor que ninguna lo que a sido, lo que es y no dudo lo que
será este club.
Aquí lo dejo club. Que cumplas muchos más. Y como diría
mi buen amigo David Hernández al que conocí una tarde del 8 de julio de aquel 2008 corriendo
por los caminos gracias al club:
“Y todo lo que vendrá después”.
BRIZNA EN EL MONZÓN. Versión 24.06.18
Al
principio no existía el rondo villano y las pistas de atletismo eran una zona
oscura en un extremo del pueblo.
Navegábamos por el final del verano del
año 2008, con las velas henchidas y los remos intactos, entonces no existían
las quedadas, simplemente nos juntábamos antes de que el oscuro otoño nos
privase de luz un grupo de corredores, cada tarde de cada martes y jueves, a
una hora determinada en el parking del centro comercial de Valgreen y desde
allí bajábamos a Meco al trote, regresando por la carretera clandestina de Meco
a Villanueva a toda leche (aquí se empezó a cimentar lo que luego se llamarón
ostias) para afrontar la temida subida de las calles de las flores y regresar
al parking desde allí. Cada entreno era una competición, cada tramo de
recorrido una guerra de guerrillas, cada arrancada era un pulgar sesgando el
cuello del rival (compañero).
Y
volvíamos a casa exhaustos, doloridos con un dolor soportable, pero sintiendo
el oro olímpico colgado del cuello, héroes villanos por un día.
No
teníamos un plan de entrenamiento. Simplemente había que darlo todo.
No
teníamos un objetivo deportivo o físico por cumplir. Simplemente aquello
nos colmaba.
Luego, pasado el océano azul del verano arribamos
en el oscuro otoño y desechamos el nocturno campo, ya que los
frontales eran una tecnología desconocida para tan primitivos y rudimentarios
“atletas”, y decidimos partir desde el mismo sitio cada martes y jueves para
dar una vuelta al pueblo. Alguien lo llamo rondo en un post de este blog y
nació el rondo villano. Con una cuesta de esas que te dejan huella (o como
decíamos entonces te dejaba “las patas cagas”). Por la cual cuando
llegaban las fiestas del pueblo en junio se lanzaban los autos locos, de ahí
el nombre con la que la rebautizamos.
Cada vez en aquellas salidas, en
esos recién bautizados rondos, se congregaban más villanos que se
apuntaban al club y redondeaban aquel primigenio grupo. Villanos y villanas
venidos de Villanueva, de Meco, de Azuqueca, incluso de Tres Cantos. Pero
¡amigos y amigas!, un simple rondo se nos quedaba corto e insulso, ya que no
daba casi tiempo de dar las famosas ostias que tanto nos gustaban, por lo que
decidimos que lo suyo era hacer dos en cada entrenamiento, para que en el
segundo sonase la corneta y alguien gritase “cuando empiezan las OSTIAS ”.
Cada
rondo era una competición, cada cuesta de los autos una refriega, conflicto
o cruzada, cada arrancada al dar la curva con alevosía, nocturnidad y sin
improvisación era un pulgar sesgando el cuello del rival (compañero), y si
llegabas el último al parking sin una cabeza que echarte al morral ya tenías un
motivo para volver a darlo todo el martes o jueves siguiente. Y volvíamos
a casa muertos, con una sonrisa de oreja a oreja, maltrechos en nuestros
músculos o huesos, pero sintiéndonos campeones del mundo, héroes villanos por
un día. El plan si lo había no lo habíamos cumplido a rajatabla, seguramente
nos saltamos la parte que decía en progresión para sustituirlo por a todo lo
que nos del cuerpo.
Aquello no nos haría perdurar en el
tiempo, ni ser recordados, ya que éramos una simple brizna en el monzón, pero
la vida era un pájaro de alas cortas que volaba alto y nosotros pretendíamos
darle alcance a base de correr.
Para mejorar la calidad de las ostias
que nos arreábamos decidimos bajar a las pistas de atletismo de Azuqueca para
cronometrarlas. Alguien nos dijo que aquello mejoraría nuestras marcas, si las
hacíamos como se deben hacer. Series de 200, de 400, de 800 o 1000 metros
¿las hacíamos como se deben?, no lo sé, se trataba de darlo todo poco a poco,
en progresión…Y así era, todos en fila, dando lo que podíamos en cada serie
poco a poco, en progresión, para llegar a la última se supone que sin fuerzas,
pero las tenías que sacar, aunque fueran de flaqueza, ya que esa, la del final,
era la de la gran ostia. Y volvíamos a casa reventados y con un dolor cada vez
menos soportable quizás, pero sintiéndonos máster del universo, héroes villanos
por un día. Interpretábamos el fartlek a nuestra manera, el sprint no era un
acto pendenciero ya que estábamos sobre aviso. No teníamos un objetivo
deportivo o físico por cumplir. Simplemente aquello nos hacía levitar.
Como brizna en el monzón.
Ninguno éramos corredores punteros, al
contrario, seriamos del montón o muy del montón. Pero en nuestro pequeño
universo, en nuestro rondo, en nuestra serie agonizante, en nuestro capitulo o película, éramos
el puñetero centro del mundo. Éramos una Brizna en el monzón.
En ese intervalo corto pero tan lleno
de novedad nació la jerga villana (patas cagas, élite, morralla, cuando
empiezan las ostias, tú cabeza vale 5 puntitos, las gallinas que entran por las
que salen, etc..) que al principio nos sacaba la sonrisa descreídos de que
siempre sería lo mismo.
Luego abrieron “nuestras pistas” y les
pusieron luz y color. Dejaron de estar en un lugar oscuro del pueblo. Y para
nuestro gozo y regocijo ya teníamos un sitio propio donde empezar y terminar
las famosas ostias.
Desde aquel principio de todo, nos dio
por ir a probarnos y competir en carreras populares. Con el lema de si vas tú,
voy yo, nos juntábamos 6, 12, 20 o más villanos y villanas en cada una de
ellas. De esta manera cada domingo era el mismo ritual, parecido al de los
rondos o las series, salvo que aquí las ostias eran desde el primer metro.
Nos poníamos la casaca villana, que al principio fue naranja, después
amarilla con un superhéroe colgado a la espalda para después llegar al azul. Y
surgía la transformación.
Los
mecánicos que reparaban con sus manos manchadas de grasa y aceite, los
oficinistas que se dejaban las pupilas en la pantalla del ordenador, los albañiles
que daban yeso a las paredes, las amas de casa que planchaban montones de ropa,
el cartero que repartía la correspondencia, el camarero que ponía copas, la
comercial que vendía lo invendible, la ejecutiva. Todos ellos y ellas se
calzaban las zapatillas, la camiseta naranja, amarilla o azul, y pasaban de la
rutina diaria que les daba de comer a ser héroes por unos kilómetros, atletas
de élite, de nuestra élite, que en ningún caso llevaría condumio o sueldo
a sus respectivas casas. Adelantábamos a un rival (compañero, conocido o amigo
del club) y nos señalábamos con el pulgar en el cuello con un gesto inequívoco
de “te he rebanado la cabeza”. En cada kilómetro, cuesta o curva mirábamos
hacia atrás para ver por donde venia el “rival”, y ver si venia cerca o lejos,
para decidir si había que regular, o si te quedaban fuerzas volver a atacar. El
resto de populares nos miraban incrédulos pensando quizás (este tío que irá en
el puesto 5.000 de la carrera mira para atrás ¿?). No lo entendían, jamás
podrían hacerlo si no pertenecían al club, a este club de rebanadores (porque así
nos hacíamos llamar).
Esta
es tú vida y se acaba en cada kilómetro. Y si caes, pues más alto volaras la
próxima vez.
Luego
nos íbamos todos al bar, para celebrarlo, tragando el corazón que se nos había
salido por la boca de tanto frenesí atlético, con un dolor cada vez menos
soportable quizás, pero sintiéndonos el protagonista de la película, el centro
del mundo, héroes villanos por un día. No obteníamos titulo o diploma y
los laureles o hazañas eran efímeros. Pero nosotros éramos los campeones, no
esperábamos el reconocimiento del otro, la genuflexión, aunque nos sintiéramos
como deidades, ni el emoticono de las palmas, ya que aquello no existía.
Simplemente aquello nos hacía levitar, unas horas antes de volver a la
realidad. Nos daba igual una milla, una legua, un diez mil o media
maratón. Si ibas tú, iba yo. A la urbe, la pradera, la planicie o el pico. Y
cuando llego abril como tú ibas al maratón, pues venga. ¿Y que vas a la
montaña?, ¿y si nos hacemos un ultra? …. Si caes tú, caigo yo….
Éramos unos insensatos sin normas de
moderación. Ya entonces teníamos una cierta “edad” para hacer aquellas locuras.
Ya mi suegra me lo advirtió “si sigues así chaval esto te pasara factura”. Pero
nosotros seguíamos a lo nuestro, compitiendo cada martes, jueves, sábado o
domingo. Picándonos en los comentarios del blog, los dimes y diretes en los
entrenamientos que ya entonces existían y siempre los tomábamos con una
carcajada y sin rencor ya que era nuestro ADN (no había WhatsApp) Quizás
por aquella insensatez ahora nos duele esto o aquello otro y ya no
recuperaremos aquel hueso o cartílago que dejamos en el asfalto o camino (que
razón tenía mi suegra, la mujer). Pero éramos olímpicos, invencibles, máster,
héroes, protagonistas, y sobre todo nos sentíamos vivos. Dichosa insensatez.
Dichosa brizna en el monzón.
Poco a poco el club fue creciendo en
fama. Todos sabían quiénes éramos. Esos, “los rebanadores de cabezas”
(aunque a ciencia cierta nadie acertaba al 100 por 100 con la explicación del
apodo) Y de repente decidimos organizar una carrera. Y la concebimos a nuestra
imagen y semejanza. Lo dimos todo y cada año lo fuimos superando. Gracias a
todos aquellos y a todos estos que sin ellos sería imposible.
Por el camino se fueron algunos de
aquellos, en busca de otros aires u objetivos. De otras quimeras quizás, aunque
sin ellos saberlo ya estaban infectados de insensatez. Uno incluso se nos
fue para siempre, una persona enorme pero un insensato cuando se calzaba unas
zapatillas… más jamás le olvidaremos.
En fin. Aquella seguramente fue la
esencia de lo que ha sido el club en estos 10 AÑOS, aquel fue el poso, sin
duda. Por eso cada hombre o mujer que entra para pertenecer al club saben a qué
atenerse, y lo dan todo, con virtudes y defectos, sabiendo su límite y
tocándolo con la punta de la lengua.
Baten
sus “marcas”, corren maratones pese a que nadie creía en ellas…o ellos, suben
montañas por sendas imposibles en sus anteriores cálculos, hacen series a una
velocidad impensable en su imaginación...…y ……
Y
por eso llegaron nuevas caras buscando esa insensatez quizás, haciendo de este
club una gran familia, de mujeres, de maridos, de hijos, de padres y sobre todo
de amigos.
El tiempo nos ha forjado a base de
kilómetros, pero de muchas más cosas (ostias incluidas). En parte gracias al
ver al otro superarse, al verle sufrir. Al verle reír, llorar, emocionarse.
Amigos que en algún caso son como hermanas pequeñas o hermanos mayores. Vínculos en
estos 10 años que van más allá del atletismo y del propio club, porque esos y
esas ahora además de darte de ostias están cuando los necesitas. En parte por
ellos he corrido hasta ahora. Por eso les pido que cuando yo no pueda corran
por mí… Mientras las velas sigan siendo sopladas por el viento, y sino mientras
quede un solo remo…Pero que sigan buscando divisar la tierra. LA META.
Porque 10 AÑOS NO SON NADA…..
7 comentarios:
Impresionante narración!!Este club significa mucho para nosotros, es una parte de nosotros y ese grupito de ocho personas pusieron el primer granito de arena. Muchas geacias por crear esta familia y felicidades por el aniversario
No tengo palabras, José lo has bordado.
������enorme!!! Que orgullo el pertenecer a este magnífico club. Arriba Villanos!!!!!
En fin...sin palabras. Creo que la entrada de "Brizna en el monzón" es insuperable. Ya la había leído varias veces y no me canso. Gracias Jose.
Yo soy de los últimos en llegar, pero cuanto me alegro de haberlo hecho. Pudo ser antes o pudo ser después, al final fue cuando tenía que ser. Gracias por crear este club y poder formar parte de él.
Muchas cosas se han contado y mas experiencias estan por contar. A por los próximos 10 años! Arriba Villanos y Villanas!
Muy grande, José.
La frase: "este tío que irá en el puesto 5.000 de la carrera mira para atrás ¿?" define muy claramente la tensión y el esfuerzo que se pone en todas las carreras.
¡Gracias Jose !
Estos diez años han dado para mucho,claro que sí, también gracias al esfuerzo trabajo y dedicación se ha conseguido llegar a ser lo que somos ahora.
Enhorabuena villanas y villanos por cada cual aportar su granito de arena
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