Unos hicieron 13, otras 18 los que más 21 o 22 kilómetros,
alguno incluso se perdió sin dejar rastros de migas de pan.
Otro domingo más cambiamos la tendencia, y en lugar de
pintar de azul y amarillo las carreras populares con decenas de villanos,
abogamos por las “quedadas” de domingo con los amigos, el ritmo contenido que
te da no llevar chip, la buena conversación que con un dorsal en el pecho no da
lugar, las risas por un sufrimiento distinto que te da la alegría de un buen
entreno en lugar de una buena marca en la alfombrilla. El avituallamiento sin
agobios en la churrería después de la tirada. Y todas esas cosas que son difíciles
de explicar y que crean vínculos inexplicables.
Subimos desde Alcalá por las crestas, divisando el fugaz
paisaje que nos dejaba una mañana clara
y soleada, de temperatura agradable para hacer deporte. Serpenteando por
senderos que cortaban los barrancos llegamos hasta las cimas del Parque, donde cogimos aire mientras contemplábamos a nuestros
pies Alcalá, más allá Meco, Camarma, Sin City, Tramalmofore, Jalisco y el borde
del mundo .Allí, mientras recomponíamos el grupo extendimos la mano y con las
puntas de los dedos rozamos los tejados de las casas de todos esos lugares,
tanto reales como imaginarios.
Bajamos raudos hasta el cruce de caminos en el que decidimos
ir hasta Anchuelo y no ha Villalbilla. Porque el camino largo de Los Santos de
la Humosa queda anotado pero será realizado en otra ocasión, con más tiempo y
unos bocatas en el zurrón, ya que no habíamos planeado echar la mañana, aunque casi
lo hiciéramos.
Fue un camino de ida y vuelta, en el que nos cruzamos unos
con otras, otras con unos, con un tractor y su conductor haciendo “watshapp”
mientras nos esquivaba, con una veintena de biker que nos llamaban por nuestros
nombres, casualmente eran de Villanueva y habían decidido tomar los mismos
caminos que nosotros pero con otros medios.
Regresando a la “meta” no buscamos listas de
clasificaciones, ni nos dieron una camiseta “técnica” de 2 euros con cincuenta céntimos.
Pero quedamos satisfechos con la marca mientras prometíamos volver en más
ocasiones.
Por suerte el “perdido” Pulgarcito apareció por una curva
del camino tras dar dos vueltas al mundo sin brújula y así pudimos regresar todos
a casa sin tener que llamar al 112 ni a los Hermanos Grimm.
Entrenamos las piernas de cara a la “Macro Quedada” de Segovia
del próximo fin de semana, para el Rock
and Roll, para la media de Azuqueca , para cualquier otra carrera o simplemente
para seguir corriendo. Y nos sirvió para desintoxicarnos de la
competición, de la cual como podéis ver no renegamos, pero que en esta ocasión
preferimos aparcarla para seguir creciendo.
“La vida es lo que ocurre mientras estamos ocupados haciendo planes”, John Lennon.
9 comentarios:
Me encanta las quedadas domingueras ,tranquilas, risueñas con los compis, llenas de vida disfrutando de correr ayer hicimos 14,18 o 21km y sin darnos cuenta sin angustia de tiempo, de meta, de posición o de podiúm y con las ganas de haber hecho otra horita ,pero como dice el bloger la próxima nos acompañaran los bocatas y todos los villanos y acompañantes que como siempre queremos juntarnos
pd: gracias Edu porque siempre estas.
Que bien me lo pasé chicos, deseando que llegue la próxima...
Fue un recorrido espectacular! un día precioso,gente guapa y alegre! Las quedadas domingueras-lo mejor! mas mañanas así! gracias a todos!!!
Y mi cuerpo resistió, gracias compañeros por la charla en el camino, por el vamos Carmen!!! Por las esperas en la cima y por el agua compartida.
Deseando volver a compartir con vosotros este dolor tan gustoso.
Carmen.
El entrenamiento hay que disfrutarlo, por la ruta, el grupo, los km se hacen solos.
Una mañana estupenda, podíamos haber hecho 21 o más y no lo hicimos porque no quisimos. Llegamos "sobraos". Creo que me empieza a gustar correr, jeje.
Juan Carlos.
Mira que olvidarme de coger la gorra, cuando fui al coche de Juán Carlos a por ella, tardé un poquito en cerrar el maletero. Cuando quise empezar a correr ya os pusisteis en marcha, con todos los caminos y tanto árbol me fue casi imposible saber por donde ibais.
Tuve suerte de correr con tres militares de la BRIPAC, cuando les dejé subí hasta el Ecce-Homo, al llegar arriba al punto geodésico, lancé una visual por si lograba veros, fue imposible.
Lancé el Ferrari cuesta abajo y debí preguntar un par de veces por el aparcamiento, la verdad con tanto camino algo me despisté.
Me dio tiempo incluso de hacer series en cuestas, al final hice 1 hora y 51 minutos, me quedaba gasolina para lo que hiciera falta, llevaba la lección aprendida y sabía que iba haber hostias.
Habrá más días, aunque tendré que ir por mi cuenta para preparar la subida al pico Veleta......Esto suena a territorio Ferrari.
Yo a la próxima me llevo un bocata de tortilla de patata!!
El territorio Manolo molo...
Para la proxima con hortera y .....................
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