….Tócala otra vez Percherón….

 

               

                           Alameda Trail  33 km.

Hay cosas imposibles, como el  romance de Rick e Ilsa en Casablanca. Pese a que sean Humphrey Bogart e Ingrid Bergman.Y si lo de estos dos fue imposible imaginen lo mío con el trail. Aún así sigo insistiendo y por eso me acerque el sábado a Torres de la Alameda, porque como cualquier Sam metido en bucle de escena cinematográfica siempre  vuelvo a tocar la misma melodía, si Ilsa lo pide.

 Además, sentía morriña, añoranza, melancolía o llámenlo X por volver a tocarla, por volver a ponerme un dorsal en el pecho..                         

La carrera, sin ser frívolo, es una orgía de subidas y bajadas, con sus orgasmos cortos pero intensos. En total 9  en los primeros 13 kilómetros que te dejan extasiado,  y 7 en los 20 restantes que terminan por sacarte lo poco que te va quedando a cada metro.

Y es que sacar 1700 metros positivos en esta zona es un autentico jeroglífico que ha sabido resolver y exponer de manera excepcional la organización del evento en un laberinto difícil de superar. Con rampas que van del 7 al 40 por ciento de desnivel.

No me llaméis loco si digo que esta carrera no tiene nada que envidiar en su dureza a cualquier carrera de alta montaña (las hice de todos los colores), y más con el calor que hizo superando los treinta y pico grados. 


 

Torres de la Alameda, no tiene cordilleras nevadas en invierno, ni zonas montañosas con picos rozando nubes, pero su paisaje está repleto de cerros, barrancos, corta fuegos impredecibles y un club, El Club Deportivo Alameda Trail, que cuido cada detalle hacia el corredor (seguridad covid, avituallamientos, señalización y bolsa del corredor). Menos el aire acondicionado que se les olvido ponerlo.


Hay marcas en el suelo señalando donde nos debemos situar, para conseguir la distancia de seguridad. Delante la élite y la abuela de Fabián, detrás el resto, yo me coloco donde pone M de morralla.

Salida a las 9:15 con un sol que empieza a caer sobre nuestras tiernas espaldas y cocorotas, todos con mascarilla y controlada hasta los 700 metros donde empieza la primera subida del día. Con este artilugio apenas se puede respirar y noto que no me llega el aire pese a ir “controlado”. Donde señala la organización ya por fin me quito la mascarilla, y me doy cuenta que sigue sin llegarme el aire, debe ser algo de mi cuerpo, y mientras avanzo por los primeros metros de la subida veo a la élite que ya están en la segunda….

                        

                ………Tócala otra vez percherón…..

 

A partir de aquí y por los siglos de los siglos, amén, se repite el mismo menú, tras cada subida viene su correspondiente bajada, casi todas de 200 a 500 arriba con sus 500 a 200 metros abajo. Con poco llano y si lo hay es pedregoso y polvoriento.  La segunda subida cuenta con un desnivel medio del 13,5% y con alguna rampa por encima del 25%.  De momento suena el piano y mi voz aún no se ha roto, pero con este calor me temo lo peor. Tras atravesar casi cuerpo a tierra una estrecha tubería que salva la carretera M-220, toca bailar la tercera con mi vestido faralaes azul y amarillo con motivos de setas ya empapado de resignado sudor.

Chincheta a chincheta vamos clavando Sobre la hoja de ruta cada alto de la localidad. La cuesta de la cabra de Pozuelo, la de Campo Real, la senda del pozo con sus 1000 metros de longitud, la subida de las cuevas, la de la antena con 100 metros al 38,5%, etc. Volvemos a gatear por el tubo donde me quedo encajado en varios tramos (tengo que ponerme a dieta) y afrontamos la última antes de volver al pueblo y afrontar la segunda parte. Ya he perdido la cuenta de cuantas cuestas he subido y bajado, 6, 7, 8 o 9. El cerebro entre la insolación y el trajín ha dañado su disco duro y no da para ir contando, solo descuenta.

En algún punto, antes que después, intercambio saludos con Javi Martín, compañero del strava, que va como un tiro. Guardando la distancia nos saludamos y le digo adiós. Ya no le volví a ver.

(Me he enterado que tuvo un infausto percance y se tuvo que retirar en el 13, MUCHO ÁNIMO AMIGO, hay más carreras que perros descalzos).

Al paso por el parque hay dos señales inequívocas, indubitables “CORTA” a la izquierda y “LARGA” a la derecha…que son para mí ineludibles e inevitables.

Aunque debí apuntarme a la corta ahora que lo pienso, me apunte a la larga. Además la abuela de Roncero también lleva el dorsal rojo de la larga y me viene pisando los talones.

Y noto que llevo las patas rotas.

Rick:: Si ese avión despega y no estás con él lo lamentarás. Tal vez no ahora. Tal vez ni hoy ni mañana. Pero más tarde. Toda la vida...

Ilsa: ¿Nuestro amor no importa?

Rick: Siempre tendremos París

                          

                        ………Tócala otra vez percherón…..

 


No pensaba parar mucho en los avituallamientos, pero hace tanto calor, y tengo tanta sed, que me bebo 2 litros de agua, un gin tonic, me escancio dos sidras y tomo una porción de fresca sandia.

Un kilómetro después se cruza, esta vez por un pequeño túnel la M-224, y empezamos a sestear durante unos kilómetros por alamedas, campos de cultivo, pistas polvorientas y secarrales, sin posibilidad de atrochar (que luego el strava es un chivato) para afrontar el “heavy metal” donde no nos espera la voz áspera de Sam y su piano sino un melenudo con pantalón de pitillo gritando con voz de falsete “Welcome to the jungle” 



 

Voy haciendo muescas en mis cuadriceps, seis, siete u ocho subidas porque ya hasta el llano me parecía desnivelado hacia arriba, con sus correspondientes bajadas. Fuente de las mozas, Barranco de los Guardias, la peluquera (yo iba ya peinado de casa) y que se yo los nombres que les ponen a las jodidas cuestas, cuando las podrían bautizar con “la cuesta h... p...”, “el barranco indeseable”, “la malquerida” o “la subida a malquenospese”.  

Es el kilómetro 25 y ya no llevo fuerzas ni para bajar, ni para llanear, y en las subidas adapto la técnica del lagarto Juancho, una rato me arrastro y un tramo otro tanto.

Llegando a la "cumbre" de la penúltima un voluntario me recuerda que solo queda ya una subida….en el penúltimo avituallamiento esta protección civil recogiendo a un corredor que bajo la sombra denota por sus gestos que ya no puede más o eso parece, y me miran de soslayo como invitándome a unirme a la “fiesta”, pero me hago el sueco diciéndoles “norden ekebol symfonisk” que aprendí en una de mis visitas ultras de sábado al Ikea. Pido a un voluntario que me bautice tres veces con agua aunque no sea bendita, no para que me cambie de nombre , sino para ver si alivio estos calores y sigo, por los siglos de los siglos….

Ya por fin llega esa última subida,  ya creo que no puedo más, mi cuerpo dice no, mi cabeza dice no, mi corazón dice no, hasta el alma dice no. El percherón dice SÍ y sigo, y  me voy sentando en cada curva, hasta llegar a la última "cumbre". Atravesando un sembrado con olivares llegó a el último avituallamiento, me siento en una sombra recuperando líquidos, resuello y ganas, dos, tres, cuatro minutos (quizá fueran 5) . A mí se unen un par de corredores, de los del final, como yo. Nos contamos un par de chistes, reímos y decidimos seguir, siempre hay que hacerlo.

Ya voy llegando, ya voy llegando, ya voy llegando.

Entrando en el pueblo una muchedumbre desde sus balcones, con mascarilla y guardando la distancia tira confeti, sale vitorear y aplaudirme. “Bravo pronador”, “Aúpa percherón”, “ole tus huevos (fritos) José”.

A 200 metros me adelanta la abuela del plusmarquista, me sonríe, me guiña un ojo y no hago ni ademán de apretar, sinceramente me da igual. Me cercioro de que no viene el nieto detrás (seguramente este firmando los libros de otros) y ya hago como que corro los últimos 10 metros hasta cruzar la meta y colgarme la medalla.

Rick:

“La tocaste para ella. Tócala para mí. Si ella la resistió, yo también. Tócala”

“Louis, presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad”

             

                  ………Tócala otra vez percherón…..

 

En la meta esta Miguel comiéndose la paella, ha llegado hace un siglo y tres días, pero me está esperando, brindamos con isotónica con hielo, comentamos , nos regocijamos, retratamos  y despedimos hasta la próxima. 

                               

Me voy tarareando..

Que no haya más despedidas, que no eres Ilsa Lazlo ni yo Rick Blaine,
ni soy tan idiota, no te dejaría ir con él.
El próximo avión que tomes conmigo lo tendrás que hacer,
y  el camino de regreso yo te lo recordaré, te lo recordaré.....




2 comentarios:

ROSA dijo...

Se agradece volver a leer tus crónicas ������������

Miguel Ángel R. dijo...

Más vale tarde que nunca para volver a competir con la camiseta villana.
Más vale tarde que nunca para volver a compartir una carrera contigo.
Más vale tarde que nunca para volver a sufrir como casi siempre.
Más vale tarde que nunca para volver a leer tus impagables crónicas.
Yo estuve allí y se de lo que hablas.
Otra "pa la saca".
Enhorabuena amigo y compañero por tu carrera, por tu coraje, por tu entrega y por tu crónica.

Pages