Pronando en los tiempos del COVID (19)

El domingo 26 de abril corrí el primer maratón en confinamiento de mi vida. Cosa que nunca me la hubiera imaginado, ni en mis mejores sueños. Y no digo peores porque realmente la experiencia mala no fue. Solo fue diferente.


Todos se echan las manos a la cabeza mientras me preguntan.

          ¿Por qué Pronador?

                       ¿Valió la pena pronador?  

Otros me aconsejaron antes de, el no hacerlo por riesgo hacia mi integridad física y mi salud mental. Otros directamente me llamaron loco o me pusieron el emoticono ese del mono tapándose los ojos. Alguno seguro que fue critico conmigo, pero eso sinceramente es lo que menos me importa, la crítica solo lleva a la tristeza. Mis amigos, casi todos, me felicitaron, eso es lo que cuenta, eso y aportar como cada uno puede. En los tiempos del COVID (19).

Quizás fue por amor…

Amor a este deporte, a correr, a vivir.  Amor en los tiempos del COVID (19), en los tiempos de la cólera (la cólera de los bandos que no se ponen de acuerdo y solo miran su interés, de las personas intransigentes, de las viejas del visillo que están al acecho de si aplaudes o dejas de hacerlo y sin embargo algunas no cumplen las normas escritas o de cajón). Pese a los ERTES, a los bancos, los políticos, a los millones de expertos de a pie, al final siempre nos quedará eso. Amor, sumar y sentirnos vivos.

          ¿Qué puede hacer un pronador confinado?

                        ¿Descansar?

Recuerdo hace 20 años que llegaban los meses del calor del verano, y dabas por concluida la temporada, y dejábamos de correr, dejando yermos los parques y las calles, hasta casi llegado septiembre donde volvíamos a sentir las agujetas y el desentrenamiento, no podíamos ni con los huevos pero felices por el reinicio tirábamos de las monedas sueltas que nos quedaban en las zapatillas. Ahora es otra cosa, ahora no se para ni lesionado, ni agotado (no sé porque pero son los tiempos que corren, del me gusta o el yo más, o quizás sea que nos gusta tanto tanto tanto correr) cuanto más confinado…

                ¿Entonces?

        ¿Qué puede hacer un pronador confinadoobligadoanopararmasquelepese?

Reinventarse. Subir escaleras, montar en la bici virtual, levantar pesas, tele trabajar, ver series en la tele, oír como nadie se pone de acuerdo de si esta norma está bien o está mal, leer, comer, amar, vivir, soñar. Correr un maratón en casa, con dorsal, con inscripción donada y solidaria PARA CARITAS (yo no soy un famoso que pueda hacer grandes donaciones, pero suma igual), con la camiseta de mi club, con los ojitos soñadores de siempre. Dispuesto a atrapar nubes desde la verja de mi jardín. Dispuesto a hacer apología de la imprudencia, pero sin dañar a los demás. Añadiendo.

                                Domingo 26. 9:00 AM

Sonó el disparo y me abrí paso a besos porque los codazos están prohibidos en los tiempos del COVID (19)....

Era un circuito que podía recorrerse en 16 zancadas y 4 cuartos. Es decir 8 de ida + 8 de vuelta sumando además los 4 cuartos de cada giro (giro por llamarlo de alguna manera). Este es un recorrido muy particular, y no porque sea el patio de mi casa (como dice el estribillo de la famosa canción que cantábamos de niños para que milagrosamente lloviera) sino porque al pasar por un lado sentía nostalgia del otro, agravado además cuando cogía velocidad de crucero al ritmo de una canción muda que sonaba en mi cerebro y adelantaba incluso a la nostalgia que sentía en el otro lado.  Para formar así una finita rueda de nostalgia hasta llegar a los 42 kilómetros de un maratón en confinamiento. 


La estrategia de carrera la tenía clara, salir a muerte embriagado de adrenalina como todo villano o villana que se precie de serlo, y no despistarme con las señales de la organización no fuera a ser que errase el camino.

No uso música, el único y precioso público son mi mujer y mi perra. La primera me aplaude y jalea a cada paso por el marco de la puerta, la segunda me persigue y se enreda entre mis pies hasta casi hacerme caer. Pero mi imaginación me lleva a todos esos maratones que corrí, en Madrid, en Sevilla, El Escorial, Cuenca, Finestrat, Galayos, Castellón, Trillo, etc. Y es que este pronador no corre del verbo correr mal apenas pero de pequeño se cayó en la marmita de la imaginación, y ve duendes donde otros solo ven piedras. Nevaba, el sol era implacable, hundí mis pies en el barro hasta las rodillas, me caí, me levante. Choque las manos de un grupo de niños al pasar por la Puerta de El Sol. Me emocione. Escupí al cielo. Bajé a toda leche por Bravo Murillo para pagarlo no tengo remedio, me comí un plátano en la “Casa de Campo” como hacía en tiempos de mapoma, subí por el canal de Trea, vi a lo lejos La Cartuja y mi MPP en la distancia, corone Abantos, caí hasta las hoces del Júcar, me deje llevar y jalee el himno del Atleti al pasar por el Paseo de los Melancólicos. Grite “MAS MADERA”. Hice mil trenecitos con mis colegas de correrías. Llegue roto al refugio Victory, pase por Riopar Viejo, subí el kilometro vertical para llegar al Puig Campana y hacer tolón, tolón.


También pase por el muro del kilometro 36, pero esta vez mis pesadas piernas y torcidos pies pudieron con el gracias al aliento de mi chica que me acompaño durante diez kilómetros para hacerme levitar.



Corrí contigo, y contigo también vayas más o menos lento. Porque sé que tú correrás algún día por mí si yo no puedo. Sumando.

Sonaron guitarras eléctricas, gaitas y palmas. Incluso oí el eco del sempiterno Thunder….de acedece

Pare en todos los avituallamientos para engullir lo que allí había. Agua, café, miguelitos, el vermut de media mañana, etc.



Debo admitir que simplemente corrí, sin ver más allá. Eso sí, bajo la carga de mi  propia ley de gravedad. Arriba, siempre arriba, sin pensar en la caída. Compuesto y remendado. Con el  pálpito de vuestra ausencia amigos y amigas, Sin objetivo de mejor marca personal, Perdiendo el miedo a asumir quedar entre los últimos, de ser un ñiquiñaque, porque las nubes igual que te mecen te pueden engullir.

En esta carrera y circuito fui el ganador y el último en entrar (que también siempre gana).


Según el suunto 42 kilómetros 300 metros (teniendo en cuenta el diferencial entre paso dado y pie torcido el baremo puede ser de 5 abajo o quién sabe si 5 arriba, realmente a quien le importa). El tiempo en llegar a la meta y levantar los brazos fue de 4:25:01. La estimación más optimista era terminar. Y terminé.


Al final recibí lo que en todas las metas que recuerdo y me he currado. El beso y el abrazo de mi mujer. Ella nunca falla, ni en los tiempos del COVID (19). Suma.

Jamás me arrepentiré de lo hecho y menos de esta carrera en el porche de mi casa. Lo hice porque en ese momento quería hacerlo. Esta crónica quizás no tenga argumento, sea algo baladí e inocente, ni tenga una moraleja a la que aferrarse. Solo es un estado de ánimo. Solo pretende sumar para el que quiera no restar.


PD Ahora que parece que empezamos a ver el “sol” tras la tormenta COVID (19), NO NOS DEJEMOS LLEVAR POR LA IMPRUDENCIA, pensemos en los demás y no solo en nosotros mismos. Ser responsables y no pensemos  lo típico de “si nadie lo hace porque lo voy a hacer yo”, sumemos y no restemos. Todas y todos somos más vulnerables de lo que pudiera parecer. Que todo esto sea un punto y aparte un coger impulso, nada de puntos suspensivos, traspies, ni renglones torcidos como mis pronadores pies.


Palabra de Pronador.

1 comentario:

Carlos dijo...

Enhorabuena, felicidades, chapeau. ¿El maratón más duro que has hecho?

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