Crónica de Miguel Angel Rozas Rodriguez
Parece ser que fue el escritor
inglés Charles Dickens el primero en decir aquello de que “el hombre es un
animal de costumbres”. Pero después de esta primera vez, otros muchos
escritores, intelectuales, pensadores, filósofos y sociólogos encontraron
interesante la cita del creador de “Cuento de Navidad” (por cierto, os
recomiendo la película animada de Zemeckis sobre este cuento), y han
profundizado sobre el significado de esa frase, que por lo que parece ser, no
es una frase más. Resulta que cuando nos enfrentamos a algo por primera vez, da
igual que sea una actividad, un reto, una experiencia, una perspectiva o un
nuevo horizonte, nuestro cerebro tiene que realizar un trabajo extra ya que
todo aquello que sea nuevo en nuestra pequeña existencia de seres humanos, y da
igual que sea más o menos trascendental, plantea preguntas, interrogantes,
miedos e inquietudes, y para nosotros es absolutamente imprescindible encontrar
soluciones, reflexiones y respuestas a todo eso, y por lo tanto nuestro cerebro
se tiene que poner a currar como si no hubiera un mañana. Pero sin embargo eso
no ocurre cuando algo se repite una vez y otra y otra, es decir, cuando algo se
convierte en rutinario y habitual. Cuando se da esa circunstancia nuestro
cerebro no necesita trabajar, pone el piloto automático y se puede dedicar a
sus cosas de cerebro, sin perder el tiempo en pensar y buscar soluciones porque
se trata de algo ya conocido y que tiene registrado y archivado en algún lugar
de su infinita inmensidad. Resumiendo que las costumbres y las rutinas nos
generan tranquilidad, calma, buen rollo, nos despreocupamos, nos liberamos; es
decir, nos crea como una especie de zona de confort donde nos movemos como pez
en el agua, porque ya lo conocemos, ya lo hemos experimentado, ya lo hemos
vivido. Pero ojo, mucho mucho ojo, porque llegados a este punto también podría
ser de aplicación otra famosa frase o cita que es tan cierta y verídica como la
que nos ocupa; “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la
misma piedra”, incluso en la misma estupidez a veces añadiría yo. Pero esa es
otra historia de la que quizás hablemos en otra ocasión.
Y los villan@s no íbamos a ser
menos en eso de ser animales de costumbres y la de participar en San Silvestres
es una de esas costumbres. Y concretamente en el caso de Ángela y en el mío a
la costumbre de correr una San Silvestre le añadimos otra costumbre más, que es
la de hacerlo en la San Silvestre de Humanes de Mohernando. ¿Podría ser en otra
San Silvestre de otra localidad?, pues perfectamente podría serlo, pero como
los dos somos animales de costumbres, nuestra zona de confort ya está creada y
se sitúa en esta localidad de la Campiña de Guadalajara. Aunque también es
cierto que existen otras causas para correr los 31 de diciembre de cada año en
Humanes. Principalmente que hay otros animales de costumbres, llámense familia,
o grandes amig@s, o amig@s, o colegas, o conocid@s, que también tienen el
hábito de correr la misma Sansil. Y también que hay otros animales de
costumbres, como son la gente del Club Ciclista de Humanes, que tienen la
bendita rutina de organizar una carrera muy entrañable, muy especial, muy modesta,
muy familiar, muy solidaria y sobre todo muy autentica. Mil gracias por hacerlo
año tras año, y ya van doce que no es ninguna tontería, y mi respeto y
admiración por ello.
La hora prevista para la salida
eran las 17:30 y allí nos presentamos los dos. Pero en esta ocasión otro
villano más se animó y nos hizo compañía, Francisco Peñuelas “Peñu”. El día, y
más concretamente la tarde, espectacular. Cualquier comparación con la tarde
que tuvimos el 31 de diciembre de 2017 sería tremendamente odiosa, porque del
frio, lluvia, nieve, granizo, viento y dorsales literalmente desintegrados del
año anterior, pasamos al sol, buena temperatura y cielo despejado de este. Un
lujo.
Como las costumbres son las
costumbres, salida y meta donde siempre, en la Plaza de España, con el
Ayuntamiento y la parroquia de San Esteban como testigos privilegiados y mudos
del gran espectáculo. Y como siempre tres vueltas al revirado circuito urbano. Preparados,
listos, YAAAA!!!. Suena el chupinazo, relojes y cronos en marcha y a por los
8400 metros de la San Silvestre de Humanes. Tres villan@s, tres carreras, tres
objetivos y tres intenciones diferentes. La de Ángela correr una vez más con
nuestra sobrina Luna. 8 años la contemplan y cada vez más “enganchada” a esto
de correr. Se muere por correr las carreras de los mayores y siempre se busca algún
cómplice o voluntario que le acompañe es su pequeña pero gran aventura de
turno. Y cierto es que a Ángela no hace falta que le insista mucho y siempre
está dispuesta a acompañarla, porque tiene total devoción por su sobrina
favorita. De acuerdo que es su única sobrina, pero la verdad que está para
comérsela. La de Peñu, aunque él no lo confiese abiertamente, con el objetivo
de pisar el cajón o de pillar metal una vez más. Y la mía la de mejorar la
marca del año anterior y la de seguir progresando. Algún día alcanzaré mi tope,
pero como no hace mucho que he empezado en esto del correr, creo que todavía me
queda margen de mejora. Pensé que podía ser buena idea buscarme una rueda o una
liebre a la que poder seguir y así lo hice, aunque quizás fui demasiado osado.
8400 metros después saldría de dudas.
Pasan los metros, pasan los
minutos, va cayendo la tarde, se nos va escapando entre los dedos el 2018 e
irremediablemente e inevitablemente la meta se va acercando para los tres. Por
estricto orden de llegada el primer villano en cruzarla es Peñu. Séptimo de la
general y tercero de su categoría en una carrera con más nivel del que puede
parecer para una carrera tan modesta. Con lo que una vez más sube al pódium y
cumple el objetivo marcado en la salida. La calidad es lo que tiene. Carrerón.
El siguiente en cruzarla es un servidor. En la salida os comentaba que mi idea
era buscarme una buena referencia en ese intento de mejorar mi marca en esta
carrera. Y efectivamente lo hice, haciendo gala de quizás un exceso de osadía y
posiblemente pecando de imprudente, ni más ni menos que me pegué a Raquel
Sierra, una pedazo de crack y gran amiga a la que admiro profundamente. Pegarse
a Raquel suele traer consigo que tras su estela también vaya su primo y también
gran amigo Jose Miguel, que precisamente tampoco es cojo cuando se trata de
ponerse a dar zancadas a toda pastilla. Pero me arriesgué, me encontraba bien y
con muchas ganas; tanto que en la primera vuelta les apreté a los dos de los
lindo. En la segunda aguanté bien su ritmo y aunque en la tercera me costó un
poco seguirles y me llegué a descolgar un pelín, finalmente fui capaz de entrar
con ellos en meta y os aseguro que hacerlo a la par que Raquel para mí es todo
un honor y un lujo. Décimo quinto en la general, sexto de mi categoría y 2’37’’
menos que en 2017. Carrerón. Y por último cruzo la meta Ángela con su sobrina.
Cuando corres con ella eres perfectamente consciente de que tu único objetivo
es acompañarla, ayudarla, animarla, aconsejarla, templarle los nervios (todo un
carácter la peque) y evitar que desespere en el intento de correr una carrera
de 8400 metros, que en principio no está pensada para alguien de ocho años.
Para ti va a ser un simple paseo pero para ella es todo un reto y una gran
aventura. Fueron las ultimas en cruzar la meta, pero como no podía ser de otra
manera para ellas fue la mayor y más merecida ovación de la tarde-noche.
Curiosamente el círculo de la clasificación lo abre el hermano de Ángela y
padre de la criatura y dicho círculo se cierra con la hermana y la hija.
Carrerón.
Ya solo nos queda la entrega de
trofeos. Para hacer un poco de tiempo, la organización en otro alarde de su
buen hacer, nos invita a acercarnos a un local próximo para tomar un caldo
calentito y combatir los primeros fríos que se hacen notar cuando el sol ya se
ha retirado por última vez en el 2018. Y para justificar una vez más lo de
carrera entrañable y familiar, tienes el honor de que el caldo te lo sirva muy
amablemente la mismísima alcaldesa de Humanes. A sus pies. Recogida de premios, últimos aplausos del día,
últimas cervezas del año, últimos saludos, los mejores deseos y abrazos a tus
amigos, compañeros, “rivales” y sobre todo y por encima de todo la mejor
manera, el mejor sitio y la mejora carrera para despedir el año como se merece.
Pero como en el 2019 vamos a
seguir siendo animales de costumbres, faltaría más, hay otra que ya tengo
registrada en mi señor cerebro, la de subir al Ocejón el 1 de enero. Y además
este año con el pedazo de día que hizo, casi casi era obligatorio hacerlo.
También se sumó a la “fiesta” Ángela, convirtiéndose seguramente en la primera
mujer en hoyar el Ocejón en 2019. El lujazo fue hacerlo además en compañía de
dos súper clases como David, el hermano y cuñado, y que además ha sido el
“culpable” de inculcarnos esta costumbre del Ocejón el 1 de enero, y de Dani
Recuero. Quedaros con este nombre que va a dar que hablar próximamente.
Y ya por ultimo quería aprovechar
esta crónica y esta temática de los “animales de costumbres” para pediros que
no abandonéis un hábito y una costumbre que parece que últimamente está un poco
en desuso en este nuestro querido club. Os animo encarecidamente a que
escribáis la crónica de las carreras en las que toméis parte. Aunque sea algo
breve, descriptivo y con un par de fotos, pero escribir la crónica chic@s.
Todos y cada uno de nosotros estaremos en este club más o menos tiempo, todos
estamos de paso; pero el blog es y será permanente, casi perpetuo diría yo y en
él está la historia, toda la historia de estos más de diez años como club. Es
como nuestra enciclopedia, nuestro almanaque, un compendio. Como muy bien
dirían Gollum y/o Sméagol “es nuestro tesoooooro”. ¿A que a todos nos gusta y
nos emocionamos cuando leemos una crónica de una carrera de hace cinco, ocho o
diez años?, y ver las fotos y las pintas que tenía la gente, recordar a tal o
cual que ya no están en el club, leer los comentarios, recordar anécdotas de
aquel día,… Pues colaboremos TOD@S a que siga creciendo, inflándose y
alimentándose el blog. Y por favor, tampoco cuesta mucho poner un comentario
cuando se lee una crónica. Da igual que sea positivo o negativo, crítica o
alabanza, objeción o sugerencia. ¿Cuánto se tarda? ¿Veinte segundos, quizás
medio minuto? Lo dicho compañer@s, sigamos siendo “animales de costumbres”, nos
las perdamos.
75 llegamos a meta de la San
Silvestre de Humanes (que recordar son “humanenses”)
PUESTO | NOMBRE | CATEGORIA | TIEMPO | MEDIA KM |
---|---|---|---|---|
7º | FRANCISCO PEÑUELAS | 3º | 00:33:03 | 03:54 |
15º | MIGUEL ANGEL ROZAS | 6º | 00:36:32 | 04:18 |
75º | ANGELA ALONSO | 12º | 01:00:39 | 07:09 |
2 comentarios:
Ufff, poco más q añadir lo has dicho tu todo. Comparto tus impresiones y fue un placer coincidir por aquellos "lares" con villanos cómo vosotros. Llevas toda la razón aunque este año el nivel era grande salí a por todas en busca de pisar el cajón, no tengo remedio...
Muy buena Miguel.
Como fantasma de las navidades pasadas, presentes y futuras te adelanto que seguiremos tropezando para bien o para mal y que seguiremos siendo animales de costumbres, dichosas ellas si nos hacen felices.
También te adelanto que en el blog seguiremos escribiendo solo unos pocos “los últimos románticos”. Es lo que hay.
Como siempre un placer leerte.
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