Aunque ya hace unos días
que corrí mi segundo desafío X-Trail en Trillo, aquí os dejo mi crónica a
petición popular. Como decíamos ayer en el entrenamiento Villano pues llegué,
corrí y me volví. FIN.
Pero sabiendo cómo nos
las gastamos y para no recibir collejas, creo que voy a explicaros algo más de
esta bonita carrera.
Como buen recolector de
setas hay que madrugar para que no te quiten los sitios buenos y se las lleven
los domingueros, y así lo hice. Antes del amanecer me levanté y tomé mi
desayuno de los campeones (estoy en ese momento de la vida en el que decides
reducir el consumo de azúcar, no sé por qué, y te das cuenta de la ansiedad que
provoca su retirada), y salí dirección Trillo más sólo que la una. Esta vez no
me acompañaron mis amigos recolectores del club micológico de Villanueva, y
tenía que dejar el pabellón bien alto, tenía que llenar la cesta hasta los topes.
El primer error que cometí: se me olvidó la navaja y la cesta.
Llegué a Trillo con una
temperatura de -2ºC después de pasar Torija y Cifuentes que mantenían todavía
algo de nieve. Recogí mi dorsal y me quedé en el coche calentito hasta casi la
salida, después del cafetito de rigor. No es bueno salir a por setas con el
estómago vacío.
En cuanto al dorsal decir
que era de los que llevan el chip en el propio dorsal y cuando pasas por la
línea de salida y luego la de meta te registran el tiempo automáticamente y no
hay dudas sobre quién paso primero la pulserita con el chip y quién después,
como nos pasó en Pedrezuela, que luego algún listillo se hace el despistado y
pica algún segundo de más al compañero (y no miro a nadie).
Con mi vestuario de
experto recolector, me encontré en mitad del grupo de cabeza a la hora de dar
la salida, por una confusión en la dirección de salida de la carrera.
Tenemos que ver el tema
de la música en las carreras, que pongan clásicos del Rock… Vale!, que siempre
pongan AC/DC… pase, pero que lleven a un DJ de LocaFM… eso me mató. Así salí,
entre que iba en el grupo cabecero, empujado por una horda de expertos
recolectores seteros, entre el “musicote” que parecía que íbamos al último
after abierto, y la obligación que tenía de quedar bien en la clasificación
como buen Diablo Rojo, pues eso, que durante los primeros kilómetros me pude
codear con la élite micóloga, poco duró. Hice una salida estilo Basi (según me
han contado que soy nuevo en esto).
Discurrimos entre pinares
bajos por sendas muy bonitas subiendo de manera progresiva con el terreno duro
todavía por las heladas (así no salen setas), con el frío todavía en el cuerpo.
La única manera de calentarse durante la salida fue la estupenda lumbre que nos
prepararon, que luego sirvió para hacer la comida. En seguida empezó a subir la
temperatura, el calentón que llevaba en el cuerpo también ayudó.
Tras la primera bajada
técnica, volvió a ponerse complicado y empezamos con una subida tensa hasta las
Tetas de Viana, en la que pude disfrutar de unas increíbles vistas. Para
acceder a las Tetas de Viana hay que pasar por una única escalera, y como las
escaleras (por lo menos en mi pueblo) son para subir y también son para bajar,
allí se formó un “pifostio”… entre los que quieren subir y los que quieren
bajar, que tela.
Toda la distancia que
tienes con el de delante la recuperas; que no está mal, pero hay amigo, la
distancia que le has metido al de atrás en la subida; la pierdes, y eso jode
más.
Segunda bajada técnica
por una senda. Aquí se empezó a poner la cosa complicada porque el terreno se
empezaba a deshelar y apareció el barro. Disfruté como un enano bajando entre
encinas, agarrándome a las ramas, deslizándome por el barro e intentando no
caerme. Lo bueno es que no había charcos, que últimamente están muy peligrosos.
Hasta hay gente que decide hacerse unos largos en charquitos de barro al estilo
del mismísimo Michael Phelps, yo soy algo más comedido porque el “Acuacross” no
me gusta, y la última vez que hice un triatlón lo pasé muy mal en la natación.
Tras esta bajada empecé a
sentirme cansado, y me pasó como el año pasado, los cuatro últimos repechos a
modo de serrucho se me atragantaron y no pude aguantar al grupo en el que
estaba. El barro se empezaba a acumular en las zapatillas y las piernas me
pesaban mucho. Pero como suelo hacer en ciertos momentos, desconecté cables en
mi cabeza, me centré en mi respiración, en el ritmo de mis pasos, y me olvidé
de la gente, la carrera y las setas. En esos momentos siempre me pasa lo mismo,
empiezo de nuevo a coger ritmo e ir cada vez mejor (cosas de la cabeza).
Llegué a la meta agotado
(aunque cuando lo piensas luego, siempre dices: podría haber ido más rápido) en
el puesto 27 de la general con un tiempo de 1:54:20 para cubrir los 18,4Km y
los 683m de desnivel positivo que me marcó mi recién estrenado Garmin Foreruner
235, bajando mi anterior marca del año pasado en casi 6 minutos.
Lo peor de todo es que,
entre que se me olvidó la cesta y la navaja, las heladas mañaneras, el barro en
el camino, la “vertiginosa” velocidad que llevaba y las pocas lluvias del otoño,
no vi ni una triste seta en un fin de semana aciago para la recolecta del hongo
y la seta del Club Micológico de Villanueva de la Torre. No sé si los primeros
se las iban llevando todas, pero hasta de Ciudad Real vinieron a la recolecta.
2 comentarios:
Gran crónica Isaac. Con sentido del humor y puntadas con hilo, como a mi me gustan.
Como uno de los socios fundadores del Club Micológico de Villanueva de la Torre te otrorgo un 10.
Y ya sabes que "Sin setas no hay paraiso"
Uff Isacc madre mia con solo leerla ya me he cansaoo..
Parece que te va bien esto de pertenecer al club mitológico ..6' respecto al año pasado esta muy bien majo..
Ahh y otra cosa, menuda guasa tiene Isaac, Jajaja se ha adaptado a la perfección.
Enhorabuena muchacho
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