ATALAYA TRAIL DE TALAMANCA, pronando en la oscuridad.




Las razones que nos impulsan a acudir a carreras suelen ser diversas e incluso variopintas. A saber, la localidad donde se celebra, el lugar por el que transcurre, el kilometraje, lo bien que te han hablado de ella, que hayas ido una vez y siempre repitas, ir con un amigo o compañero, la altimetría, la posibilidad de mejorar tú marca o no, y un largo etcétera.
La razón por la que me apunte y posteriormente mis erráticos pies corrieron esta carrera fue simple. Navegando por Internet para apuntarme a la carrera de montaña del 8 de agosto en La Eslida de Castellón y a el  Maratón de diciembre de Castellón también, de repente leí: II ATALAYA RUNNING NIGHT TRAIL, y me llamo la atención el nombre, simplemente eso. A partir de ahí investigué, aunque había pocas o nulas referencias de la primera edición y/o poca información. Era en Talamanca del Jarama a media hora de Villanueva, por la noche con frontal, un trail con sus cuestecillas, subir hasta los pies de una Atalaya que ya me sonaba a aventura. En fin, solo faltaba decidir si 11 o 21 kilómetros. La decisión fue fácil.

Talamanca del  Jarama, que como su nombre dice es un municipio atravesado por este rio, el Jarama,  y que se puede cruzar por distintos  puentes construidos en diferentes épocas. Los romanos, Visigodos, Musulmanes y un largo etcétera pasaron por este pueblo de la campiña del Henares, hasta el famoso Águila Roja rueda escenas en los lugares históricos de Talamanca…



Allá que fuimos mi chica y yo el sábado por la tarde-noche, yo pronando y ella sonriendo.
En esta ocasión no esperábamos ver  las caras conocidas de las carreras de la Diputación y alrededores, sin embargo allí estaba Jorge Caminero de Brihuega, aventurero y montañero Alcarreño a partes iguales. Tras los saludos, el paseo y despejarnos de la pereza de un sábado por la tarde, nos compusimos con el material reglamentario y necesario para afrontar una aventura nocturna, y sin alevosía nos plantamos en la salida.
“En dos horas vuelvo” le dije a mi chica mientras salía pronando por el camino. Ella levanto el pulgar, sonriendo.


Y a las dos horas regresé, con el frontal alumbrando la noche, pronando sobre la alfombrilla de entrada, mientras mi chica me recibía, seguía sonriendo.

                                            ¿Qué ocurrió en esas dos horas?
Pronando en la oscuridad.


Por largos caminos, atravesando el rio Jarama por puentes de piedra, por tablones o tambaleantes estructuras metálicas. Mis pies pronan y hacen surcos, aplastando hormigas y diminutos bichos vivientes, desplazando piedras a izquierda y derecha, despejando el camino.


Pronando, subiendo, dirección El Vellón, con el sol ocultándose tras la sierra, y la expectante Atalaya dibujándose en la parte norte, arriba, muy arriba. Desplazándose a izquierda o derecha,  alejándose o acercándose, viéndose o desvaneciéndose, según los caminos nos llevasen hacia este u oeste.
Pronando, el sol que termina por ocultarse y llega la oscuridad. La falta de colores y la luz del frontal crea sombras que toman vida. Los sonidos se hacen más perceptibles. Los jadeos,  el canto de los grillos, las ramas al romperse bajo mis pies.
Pronando en la oscuridad, abriendo cauces de ríos imaginaros con mi pronación (más la izquierda que la derecha). Mientras subo a La Atalaya, al ritmo de las pisadas que pongo en la oscuridad, CHAN, CHAN, CLAG, CROG (esta es la izquierda). Buscando las señales reflectantes para no perderme, dejando casi todo al instinto. Porque un veterano nunca se pierde, solo juega al despiste. Así  llego a la altura de dos corredores que se pasaron el desvío del 11 y se han metido en el fregado del 21 (SENIOR).


Pronando en la oscuridad, entre caminos minimalistas, expuesto a engancharme en cada curva, rozándome la calva con las bajas ramas de los arboles, con las manos en las rodillas,  busco divisar La Atalaya, mientras uno, dos y tres me adelantan diciéndome “venga queda menos”.
Pronando, por fin llego a la cima, a la  Atalaya, kilómetro 12. Respiro, bebo, como, me tomo el tiempo necesario, pero no me puedo quedar allá arriba.



Ahora se trata de descender…..
Pronando, al principio mis piernas tiemblan recobrándose de la anterior subida, mientras alumbro los cantos rodados que se van dispersando a medida que bajo. Buscando señales, hasta llegar a un camino más barroco,  más transitable, sobre el kilometro 14. De aquí al final todo será lo mismo, con más bajadas que subidas, y mucho llaneo.  Puedo oir los tambores.
Pronando, veo delante luces parpadeantes rojas. Son aquellos que me adelantaron subiendo. Haciendo ruido me acerco, voy tras ellos, a su altura, les adelanto como si fuera un rico ritual, “venga queda menos” les digo mientras me lanzo en estampida a por la oscuridad. Un redoble.


Pronando, me quedo solo, como en los 102 de Madrid a Segovia en el tramo final. Pero al contrario que entonces la sensación es otra. El vello se me eriza, las pupilas se me dilatan, mis piernas responden y pronan a menos de cinco el kilómetro. Timbales y trompetas.
Pronando, en la intimidad, destilando adrenalina voy adelantando corredores en repechos y curvas, y se van quedando. Wagner se queda corto.
Pronando, llego a Talamanca atravesando el puente colgante, dejando mis pronadoras huellas sobre el puente romano. Encaro la recta final, Con nocturnidad y alevosía. Dos horas después.


No vi romanos, si su puente que mandarían construir para pasar el rio. No vi musulmanes, si la vigilante Atalaya que mandarían construir para controlar el paso de los alrededores. No vi a Águila Roja, si a los lugareños salir del cine de verano.



  Sí vi a mi chica esperándome.
                                               Yo prono, ella sonríe.



PUESTONOMBRETIEMPO
33JOSE FERNANDEZ VALENCIA2:00:26



                                       EL PRONADOR ERRANTE

4 comentarios:

Dave dijo...

Buena crónica José.un abrazo fuerte

Edu dijo...

Se nota que vas recuperando buenas sensaciones,,, bonita crónica.
Como te gusta la oscuridad ,,,, pronador .

Un abrazo

El Peñu dijo...

Sin duda y como siempre sublime, que lástima que nos acompañe a Cendejas y nos regales una crónica como esta.

Jose Antonio dijo...

Hola José. Soy José Antonio, del CC RUNNING YUNQUERA. Hemos hablado hoy en Horche. Corrí el Trail de Talamanca de julio. Estoy detrás de ti en la foto de salida que has publicado en esa estupenda crónica. Me ha gustado mucho. Me hace recordar lo que sentí esa noche. Podría ser la crónica de mi carrera. Yo lo hice en 2:02 y tan contento.
Te pongo mi correo para que me pases el enlace de las fotos de la carrera, si eres tan amable. Yo no he conseguido encontrarlas. Gracias por adelantado y por la crónica.
El correo es yunquera1707@gmail.com
Un saludo.

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