(Este es un cuento con final feliz).
Que Fulanito
Mengana era pronador no cabía ninguna duda. Su propio padre, un celebrado y
renombrado corredor popular se dio cuenta desde sus primeros pasos en el tacatá.
Por eso, desde que Fulanito Mengana tiene recuerdo, su mentor empeñado en que
su hijo siguiese sus populares pasos le llevó a ortopedas y podólogos para
corregir esa rotación que hacía daño incluso a los tobillos de los que le
miraban andar de forma tan estrafalaria y desarreglada. Pero todos los
esfuerzos invertidos y los ahorros
gastados en el niño fueron en vano. Mengana pronaba demasiado, aquella curva
que dibujaban esos tobillos dejaba a todos los especialistas perplejos, era
como una curva perpetua que iba y venía cual boomerang por eso habría que
buscarle otro deporte u hobby. Su padre se acostumbró a decir desde entonces “NADIE ES PERFECTO”.
A los diez años se
le ocurrió intentarlo con el equipo de fútbol del barrio donde jugaban todos
los muchachos, pero el entrenador le aconsejo que experimentara con otro deporte más acorde a sus cualidades,
después de que, al lanzar un penalti el balón fuera a parar al palo del córner,
tal era la puntería o acción circular, a saber, de su pronador pie. Cuando
llegó a casa desconsolado, su padre le
abrazó y le dijo que no pasaba nada hijo “NADIE ES PERFECTO”.
El niño
que pronaba demasiado se convirtió en el adolescente que pronaba demasiado
hasta llegar al hombre que pronaba demasiado. En ese transcurrir de tiempo pese
a las recomendaciones de su padre él siguió corriendo, era lo que le gustaba, así
todo le dio para producirse una decena de esguinces, dos rotaciones de cadera y
varios problemas en las rodillas. Ni zapatillas especiales, ni plantillas, ni
técnica de carrera le hacía que menguara su forma pronadora de correr. Entre
lesión y recuperación probó primero con la bici pero siempre destrozaba los
radios y cadenas con sus pies, luego con el aeróbic pero no conseguía llevar el
ritmo de adelante- atrás derecha- izquierda, más tarde con la natación vaciando
tercios de piscinas o también con el
salto de altura donde su alocado pie siempre derribaba el listón….cada fracaso
su padre siempre alegaba para consolarle lo mismo “NADIE ES PERFECTO”.
Empeñado en intentar al menos emular la gran
trayectoria como corredor popular de su progenitor, se apuntaba a carreras de
todo tipo y distancia. Pese a la gran amabilidad y comprensión del resto de
corredores, no podía evitar que en el transcurso de las competiciones
tropezase, hiciese tropezar, trastabillase, hiciera trastabillar, se lesionase
o hiciera que otros se lesionasen, etc., etc. Por lo que tomó la decisión de
quedarse rezagado en cada competición, pisando (por decir algo) la alfombrilla
de salida el último y cerrando la misma entrando junto al coche escoba, pese a
que sabía que su velocidad le daba para mucho más, pero como bien decía su
padre “NADIE ES PERFECTO”.
El hombre que pronaba demasiado salió un día
como cualquier otro a correr por el parque frente al que vivía…... Y entonces
la vio a ella, la corredora, fue un flechazo, era perfecta…. Como se deslizaba
por el camino, no pronaba, no supinaba, simplemente volaba….. Dios, su corazón
se puso a cien, no la podía dejar escapar, era, tenía que ser la mujer de su vida. Salió a
correr tras ella, a cierta distancia por supuesto para no hacerla enredarse con sus pies….. Madre
mía, es perfecta pensó, un ángel, no mete los pies, no los saca, esa melena morena
al viento, esas curvas, ese aroma embriagador que deja tras ella…… Fulanito siente
vértigo, como atraído hacia una profundidad inexorable e ideal….
Tras dos
vueltas al parque ella se paró y se puso a estirar, era su oportunidad, ahora o
nunca se dijo…… Se colocó a su lado realizando cual mimo los mismos movimientos
de flexibilidad…. la miró…. ella le miró…..la sonrió…..ella le devolvió la sonrisa
más bonita que hubieran visto sus ojos…..
Cogió aire, se armó de valor y la preguntó, “Hola
¿Cómo te llamas?, ella con gesto delicado se quitó los cascos, abrió su dulce
boca y con voz gutural que no se correspondía con el resto de su angélico ser le contestó “Me llamo Ramón y tú”……yo….yo… yo
soy Fulanito Mengana, contestó mientras se encogía de hombros, sonreía y pensaba en las palabras que siempre alegaba
su padre……. “NADIE ES PERFECTO”.
7 comentarios:
Jajajajaja! Me ha encantado, sobre todo el "final feliz"! Jose, nos inspiras a todos. Eso sí, lo de quedarse rezagado, por que los demás no se tropezaran... ¡Pues que se tropiecen! Así más testas caerían! ¡Buauauauaua!
Me encanta tu manera de narrar y redactar tus historias..., eres un maestro
Feliz año nuevo lleno de deporte para todos los Villanos
El Peñu
Que bueno,vaya final más inesperado.
Que bien que han vuelto los microrelatos...
Muy bueno José. Pendiente desde ya del siguiente microrelato. Un abrazo. Jorge.
Nadie es perfecto!
Jajajaja, es estupendo, vaya con Ramón, tanto perfeccionismo no podía ser real...
Gracias Jose por tus crónicas y tus relatos, escribe un libro ya hombre que tienes muchos fans.
Como se nota que todo lo que haces en el blog es con ganas y cariño (y con muchas horas) jaja......me encanta GRACIAS JOSE.
Jose por fin lo he leido,me ha encantao,me llamo Ramón que bueno,no me lo espaba,jajajaja.
pobrecillo, que desastre de hombre.
Haber con que nos sorprendes ahora,seguro que ya estas maquinando otro.
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